Las conclusiones de un estudio realizado en Estados Unidos puede ayudar a explicarlo todo, desde un amor no correspondido, a las recientes revueltas de la Primavera Árabe.
Por: Glenys Álvarez* Editora Neutrina
Es un panorama que tantas veces nos resulta contraproducente. Cuando observamos a personas vivir y adaptarse a situaciones insoportables, a límites colindantes e injusticias inadmisibles; “nosotros no lo permitiríamos”, decimos, sin pensar que vivimos con estos pequeños detalles regularmente. Y actuamos así porque hemos evolucionado para sobrevivir pase lo que pase y, para ello, somos capaces de razonar lo irrazonable.
Efectivamente, un nuevo estudio psicológico explica que como la conducta de la persona es siempre afectada por las condiciones que se presenten, en esta ocasión encontraron que: ante una ley o una norma que no puede ser cambiada ni rechazada, la gente se resinga y busca formas para seguir adelante; sin embargo, cuando la ley es sólo una opción y puede ser modificada, la gente explota y se rebela.
Tenemos dos hemisferios cerebrales, al izquierdo le gusta volar alto e imaginar, hacer que el mundo tenga sentido no importa lo mal que luzca; el derecho, sin embargo, entra a poner orden en la caótica nube del intérprete. Por supuesto, esta es una explicación simplificada de lo que realmente ocurre en esa maraña neuronal, un resumen al vuelo, por así decirlo, que nos indica para las numerosas funciones y situaciones que estamos preparados a elaborar con la interacción de nuestras sinapsis. Nuestro cerebro es el producto de miles de millones de años de evolución y una de sus metas es mantenernos balanceados en las situaciones más exageradas, tenemos que darle crédito.
Por eso, tendemos a adaptarnos a la situación de acuerdo a los estímulos que nos ofrece. Cuando nos encontramos entre la espada y la pared, sin opciones que manipular, el cerebro comprende que lo mejor es rendirse (una minoría prefiere morir), justificar y esperar.
Experimentos simples
“Los resultados de nuestro experimento pueden explicar cómo las revoluciones se distribuyeron en la llamada Primavera árabe este año. Una vez un país erradica a un dictador, los demás se dan cuenta de que el régimen en el que están no es completamente totalitario y que puede haber formas de modificarlo también. Es el poder de tener otros caminos donde andar”, explicaKristin Laurin, de la Universidad de Waterloo donde se llevaron a cabo los experimentos.
De hecho, fueron simples experimentos sociológicos donde los grupos debían tomar decisiones en base a instrucciones de nuevas leyes. Unos leyeron que los líderes del gobierno planeaban reducir el límite de velocidad, mientras que un grupo control leyó que reducir la velocidad garantizaría más seguridad para las personas. Dentro del grupo de los primeros, a unos voluntarios les dijeron que la ley ya casi era realidad, otros fueron informados que podría pasar pero que era posible que algunos oficiales la rechazaran.
Pues bien, las personas que pensaban que la ley ya casi entraba en efecto la apoyaron más que el grupo control, mientras que los que pensaban que había una posibilidad mínima de cambiarla la respaldaron menos que el grupo control. “Si una restricción es definitiva, la gente busca la forma de vivir con ella”, asegura Laurin.
El amor y el rechazo
Los investigadores afirman que estas conductas no sólo ocurren durante la búsqueda de más libertades a través de la lucha sino que también pasa cuando nos enamoramos y somos rechazados, por ejemplo.
“Ciertamente, confirma el viejo adagio que si dejas la ventana un poco abierta, el otro puede enamorarse aún más profundamente. Si esta persona me dice no pero percibo que no es un "no" absoluto, puedo pensar que todavía existe una posibilidad para mí, de esa forma, sigo luchando por su amor pues la probabilidad fortalece mi deseo y mis sentimientos. Es algo que me dice, ´necesito ganarme su amor´. Pero si creo que la negativa es absoluta, es posible que lo racionalice y decida que, al final, no me gustaba tanto la persona”.
Reaccionamos al estímulo absoluto evitando darnos con la cabeza en la pared; la mayoría prefiere racionalizarlo y darse por vencida. No obstante, si sentimos que existe la más mínima probabilidad de cambiar lo que no deseamos, luchamos para hacerlo, lo logremos o no. Por supuesto, no toda la estructura cerebral de la especie, ya siete mil millones, es la misma; pequeñas investigaciones como ésta le toman la temperatura a la media de la muestra. Sin embargo, existe un sinnúmero de maneras de reaccionar por toda la periferia del globo.
Muchas veces depende de los tamaños de surcos neuronales o el diseño de estructuras cerebrales que nos dotan con un tipo específico de personalidad. Otras veces los estímulos nos obligan a tomar las decisiones más extremas y pagar los abusos con patadas en los traseros.
Asociación para la Ciencia Psicológica: http://www.psychologicalscience.org/
Universidad de Waterloo en California: http://uwaterloo.ca/
Editora NEUTRINA
*Periodista científica fundadora y directora de Editora Neutrina
editoraneutrina@gmail.com
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