Somos energía. Nos alimentamos para tener nivelado nuestra temperatura y poder funcionar. Es como si los animales y vegetales de los que devoramos nos prestaran la energía
¿Te gustaría vivir por siempre?
Si tu respuesta es un “sí” inmediato, podrías no estar pensando con claridad. Sólo imagina esto: pasan los años, 50, 60, 100, ves morir a la gente que amas y sabes que la gente que amarás también morirá. ¿No sería horrible?
Podrías responder, “bueno, pero que seamos inmortales todos”. Además de la imposibilidad demográfica que ello implica, piensa lo siguiente: ¿te sentirías motivado para pararte de la cama, ir a la escuela, hacer tarea, conseguir un empleo, esforzarte por tu salud, procurar ir periódicamente a la playa para ver un atardecer, decirles a tus amigos, hermanos o padres cuánto los amas si sabes que siempre estarán vivos?
Neil deGrasse Tyson no es un astrofísico y divulgador de la ciencia cualquiera. Con una sensibilidad muy particular, sabe colocarnos dentro de la vertiginosa corriente que las dudas que el Universo trae consigo. ¿Qué es la muerte?, ¿cuál es el propósito de nuestra existencia sobre la Tierra?, ¿cuáles son las leyes del mundo que gobiernan desde la más pequeña partícula de nuestro cuerpo hasta la más lejana nebulosa? Si bien estas preguntas son complejas y difíciles de responder, deGrasse encuentra una manera de explicar, de forma simple, el meollo de la discusión.
Epicuro decía que no habría que temer a la muerte porque, cuando nosotros vivimos, ella no está y cuando llega, nosotros ya no estamos. Un poco similar es este razonamiento de Neil deGrasse Tyson quien replantea uno de los argumentos del filósofo griego: ¿cómo podemos temer el dejar de existir si cuando no existíamos aún — antes de nacer— no nos angustiaba?
Sin embargo, como lo hace ver el interlocutor, esta respuesta puede no funcionar del todo, pues una vez que hemos tenido vida y consciencia comenzamos a temer a la muerte. Esto es algo irresoluble. No obstante, sabemos que nuestros temores están sustentados en una serie de creencias. Regresando a Epicuro, es ilógico temer a la muerte porque no sabemos nada, nadie la ha experimentado y posteriormente regresado a contarnos cómo es.
Un poco ese es el argumento de deGrasse cuando advierte que hay cosas que deben temerse más, «Ten vergüenza de morir, hasta que hayas conseguido una victoria para la humanidad», dice, citando a Horace Mann.
«¿No teme a lo desconocido?
¡Amo lo desconocido!»
El científico insiste en que tenemos una idea equivocada sobre la pérdida de vida. ¿Qué pasa después de la muerte?, él ensaya una atractiva respuesta:
Somos energía. Nos alimentamos para tener nivelada nuestra temperatura y poder funcionar. Es como si los animales y vegetales que devoramos nos prestaran la energía que devolveremos al momento de la muerte. Todo es cíclico; nuestras moléculas tienen energía que obtuvimos alimentándonos del mundo exterior y tras la muerte, esta energía regresa de una u otra manera al planeta: luego de morir, nuestros cuerpos son incinerados o enterrados, si es el primer caso, la energía se irradiará con el calor, si es el segundo, los gusanos aprovecharán esa energía para alimentarse, la Tierra la reabsorberá y creará más vida. El ciclo empieza otra vez.
«Se que va a suceder porque se puede medir dónde va la energía y qué es».
Ahora bien, ¿esto quiere decir que somos inmortales? Sí y no: sí porque en ese sentido, nuestra materialidad estará circulando infinitamente en el Universo —cabe recordar que, en ese sentido, hemos existido desde siempre o, al menos, desde el surgimiento del cosmos—. Sin embargo, al no estar conscientes en las transformaciones de nuestra materia en otros elementos de la naturaleza, probablemente no pueda llamarse "inmortalidad", es decir, seguiríamos existiendo pero no lo sabríamos.
Sea como sea, la mortalidad es el horizonte a partir del cual la vida adquiere otro tipo de sentido. No es sino porque morimos, que vivimos con entusiasmo. Si miras tus manos en este momento y piensas que bastarán unos años para que los tejidos que las conforman se desintegren debajo de la tierra, probablemente pensarás en lo valiosas que son ahora que las tienes, en lo importante que es este momento donde estás vivo y que jamás volverás a recuperar.
Pronto podrás tranquilizarte si consideras que esas mismas manos que ves se reintegrarán a la vida de una manera que ahora desconoces, pero la energía seguirá circulando para siempre en el Universo, quizá en algunos años dándole vida a un diente de león.
La ciencia no sólo se encarga de responder a preguntas trascendentes en nuestra vida, a veces también cumple la tarea de cuestionarnos, sacarnos de nuestras certezas, ponernos a pensar cosas que antes no hubiéramos imaginado. Sin embargo, hay cosas que aún no puede explicar, como algunos aspectos sobre el cerebro y la conducta humana, no obstante, ha sentado las bases para la interpretación del Universo, tal como lo explican las teorías de Kepler.
Referencias:
Fuente: Cultura Colectiva.