El Rincón de la Ciencia, Tecnología y el Conocimiento

“Ahora para encontrar trabajo hace falta un máster. ¿Qué será lo próximo? ¿El Nobel? Entrevista al educador Ken Robinson

Publicado por El Rincón de la Ciencia, Tecnología y el Conocimiento en Jueves, 21 de julio de 2016

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FRASES DE CIENCIA

sábado, 14 de julio de 2012

El maltrato a las mujeres puede demostrarse con un análisis de sangre

Un estudio de la Universidad de Sevilla revela que la violencia genera cambios detectables en el nivel de las hormonas de la víctima

El nivel de hormonas como la oxitocina, la prolactina o el cortisol, se altera en la mujer cuando esta es sometida a una situación de estrés prolongado extremo, como el producido por la violencia de género. Investigadoras de la Universidad de Sevilla han determinado, a través de un estudio, que con un análisis de sangre que contemple estas alteraciones se podrían obtener datos “fiables y objetivos” que demuestren que una mujer está siendo maltratada.
Imagen: skaletto. Fuente: Everystockphoto.

Un proyecto llevado a cabo por las profesoras del departamento de Fisiología de la Universidad de Sevilla, Susana Pilar Gaytán, Ana María Gómez y María Rosario Pásaro, y la estudiante Johanna Roxy Fernández, ha puesto de manifiesto que el nivel de ciertas hormonas, como la oxitocina, la prolactina o el cortisol, se ve alterado en la mujer cuando es sometida a una situación de estrés prolongado extremo como el producido por la violencia de género. "Incluso cuando la violencia cesa no vuelven a la normalidad de forma inmediata", señala el estudio.



Según las investigadoras, con un simple análisis de sangre se podrían por tanto obtener datos “fiables y objetivos” para demostrar que una mujer está siendo maltratada.



El estudio explica que ya era conocido que los niveles de determinados tipos de hormonas se relacionaban con la resiliencia de la víctima, entendida como la capacidad que tiene la mujer maltratada de recuperarse de la violencia que padece.


Por ello, “conseguir monitorizar el estado hormonal de las afectadas puede transformarse en una nueva opción de buenas prácticas en la prevención del maltrato o al menos de la reducción de su reincidencia por parte de la víctima”, subraya.


El objetivo de este trabajo ha sido diseñar un protocolo que permita identificar condiciones fisiológicas que, potencialmente, hagan más vulnerables a las víctimas ante la situación de maltrato”, explica la catedrática María Rosario Pásaro.


La oxitocina y el apego



Según Pásaro, existen una serie de condicionantes fisiológicos, en concreto niveles sanguíneos hormonales, que garantizan que se genere el fenómeno denominado “apego”; es decir, un vínculo que se establece, por ejemplo, en el reconocimiento mutuo entre la madre y el recién nacido y, en general, refuerza los lazos afectivos familiares. La hormona responsable de estas pautas de conducta y sus correlatos emocionales es la oxitocina.

Más aún, añade, existen diferentes estudios sobre el impacto que los niveles hormonales tienen sobre los estados de ánimo de las personas y su capacidad de relacionarse.


Así, "se han obtenido datos que indican que la hormona oxitocina puede ser la principal encargada del establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales sanas y, por tanto, la responsable fisiológica de que la víctima no sea capaz de romper la relación con su agresor, junto a otros motivos de carácter psicológico".


La investigación desvela que cuando el nivel de oxitocina es más alto de lo normal, la capacidad de respuesta de la víctima se haya muy mermada o incluso completamente anulada.


El estudio se ha llevado a cabo a través de la recogida de muestras y elaboración de una historia clínica previa sobre dos grupos de mujeres de edades similares, uno control y otro formado por mujeres voluntarias en diferentes fases de recuperación tras la exposición a maltrato y miembros de la Fundación Ana Bella de Sevilla.


Según Pasaro, la técnica empleada ha permitido detectar la concentración relativa (pg/ml) de los niveles de oxitocina en sangre obteniendo como resultado que se producía un incremento del 16.24% en los niveles circulantes de oxitocina en la población de sujetos experimentales (mujeres que han sufrido maltrato). Este incremento hallado es especialmente significativo, teniendo en cuenta de que todas las mujeres del grupo experimental se encontraban ya en fase de recuperación.


Cortisol y prolactina


Respecto a las otras hormonas señaladas, estas expertas determinaron que los niveles de cortisol o prolactina se relacionan con los niveles de estrés agudo en los individuos. Sin embargo, sólo muy recientemente se han empezado a realizar estudios para utilizarlos como indicadores de los efectos de la violencia prolongada. La oxitocina, sin embargo, es el mejor candidato para este tipo de estudios ya que se la ha relacionado con el establecimiento y mantenimiento de las unidades familiares y relaciones sociales, en general.

En el estudio destacan que los niveles circulantes de oxitocina están asociados a una percepción generosa de las inter-relaciones sociales y, así mismo, inducen una disminución de los niveles de ansiedad y un aumento de la confianza en los otros individuos, por lo que una alteración de los mismos podrían estar en la base de un proceso de generación de una situación especial de gran vulnerabilidad afectiva. Además, en ese mismo sentido, existen datos que indican que la oxitocina puede ser importante para la inhibición de las regiones del cerebro asociadas a la evaluación del riesgo.


Este proyecto ha sido galardonado con el Premio al Trabajo de Mayor Interés Científico-Técnico en el II Congreso para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres, celebrado en Sevilla.


Fuente: SINC

viernes, 13 de julio de 2012

La flora intestinal y la salud de los mayores están marcadas por su dieta

La diversidad de las bacterias que habitan el intestino depende de la alimentación y la forma de vida, y afecta al bienestar físico, sobre todo de los ancianos. Son las conclusiones de un estudio sobre la población irlandesa que esta mañana han presentado sus autores en Dublín ESOF 2012.

Escherichia coli al microscopio electrónico. Imagen: Microbeworld
SINC | Dublín |

Ya se sabía que las personas mayores sufren con más frecuencia cambios en las bacterias de la flora intestinal. Lo que ahora ha descubierto un equipo de microbiólogos del Reino Unido es que la composición de la microbiota –el conjunto de microorganismos– del intestino está programada por la dieta y se relaciona con el síndrome de fragilidad, según su investigación publicada en Nature. El equipo del estudio ha presentado hoy sus resultados en El EuroScience Open Forum (ESOF) que se celebra en Dublín.

“Hemos probado que la dieta afecta a la salud de las personas, y en especial de los ancianos, a través de la microbiota”, indica Paul Ross, uno de los autores. Cuanto más diversa sea la dieta, más ricas son las comunidades de bacterias del intestino y esto, como explica el investigador Fergus Shanahan, mejora la salud: “Las bacterias descomponen los alimentos en ácidos grasos de cadena corta que el colon puede usar como fuente de energía para el resto del organismo. Con mejores bacterias, puedes sacar más energía de tu dieta”.

Diversificar la dieta

Para tener un intestino ‘feliz’, según los investigadores, lo fundamental es comer de todo en las proporciones adecuadas. “La gente debe concienciarse de que no vale con comer cosas light o con pocas calorías, sino diversificar su dieta –insiste Shanahan–. El 90% del cuerpo humano son microbios y su estado marca nuestra salud. Tenemos que alimentarlos bien, comiendo de todo, con menos alimentos procesados y una proporción moderada de pescado y carne”.

El equipo de científicos analizó la composición de los microorganismos fecales de 178 personas de Irlanda con una media de edad de 78 años. 

Ninguno de ellos seguía un tratamiento antibiótico que pudiera alterar su flora intestinal. Separaron la muestra de individuos en función de la edad, el sexo, residencia –en su casa o en otro lugar– y tipo de alimentación –un grupo tomaba una dieta variada, con más cereales integrales, frutas y verduras, mientras que el otro comía básicamente carnes y pescados–.

Según los resultados, las composiciones intestinales se relacionan con el lugar donde vive la persona, si acude al hospital de día, si sigue un programa de rehabilitación o recibe cuidados asistenciales a largo plazo. Las personas mayores que llevan mucho tiempo recibiendo atención residencial tienen una microbiota menos diversa que las que viven en sus casas.

Sin ganas de comer

“No es que la comida de los hospitales irlandeses sea mala. Los menús ofrecen buenas opciones nutricionales, pero los pacientes escogen muy poca variedad de comidas saludables, probablemente porque son mayores, están enfermos, cansados del hospital y no disfrutan de la comida, así que toman para cenar un té y unas galletas cada día”, aclara Shanahan.

Además, según explica este investigador, “el perfil de la microbiota del paciente, junto con las características de su metabolismo, puede convertirse en un biomarcador para identificar los individuos con riesgo de un envejecimiento menos saludable”. Los autores piensan que este tipo de estudios, además de servir como recomendación para las políticas sanitarias, deben ser considerados por la industria alimentaria para desarrollar productos que mejoren la salud de la gente, sobre todo de la tercera edad. 

Referencia bibliográfica:

Claesson, M.J.; Jeffery, I.B.; Conde, S.; Power, S.E.; O’Connor, E.M.; Cusack, S.; Harris, H.M.B.; Coakley, M.; Lakshminarayanan, B.; O’Sullivan, O.; Fitzgerald, G.F.; Deane, J.; O’Connor, M.; Harnedy, N.; O’Connor, K.; O’Mahony, D.; van Sinderen, D.; Wallace, M.; Brennan, L.; Stanton, C.; Marchesi, J.R.; Fitzgerald, A.P.; Shanahan, F.; Hill, C.; Ross, R.P.; O’Toole, P.W. “Gut microbiota composition correlates with diet and health in the elderly”. Nature: 1-8, 13 de julio de 2012. DOI: 10.1038/nature11319

Fuente: SINC

El bosón de Higgs explicado a mi abuela

Decía Albert Einstein que uno no ha entendido realmente algo hasta que no es capaz de explicárselo a su abuela. Aceptamos el reto e intentamos explicar de manera sencilla qué es la partícula de Higgs y por qué es trascendente su búsqueda.

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Querida abuela:

La Física no es una cuestión tan complicada como parece. En los últimos meses, habrás escuchado hablar sobre esa partícula que los científicos se afanan en buscar con sus gigantescas máquinas en Ginebra y de la que depende buena parte de nuestro conocimiento sobre el mundo. La llaman el bosón de Higgs. Hace una semana, los físicos del CERN anunciaron que tenían la partícula acorralada y que pronto podrían decirnos tanto si existe como si no. ¿Cómo es posible que aún no lo sepan?, te preguntarás. ¿Y cómo puede tener tanta importancia una partícula tan insignificante que ni siquiera la podemos detectar?

El asunto, querida abuela, se remonta a hace trece mil setecientos  millones de años. Entonces se formó la materia y se produjeron unos niveles de energía increíbles en lo que conocemos como Big Bang. Pero vamos a saltarnos esta parte. Mucho tiempo después de aquello, nuestros científicos están intentando comprender de qué están hechas las cosas y, no menos importante, cómo permanecen unidas. Respecto a la primera pregunta, y tras muchos palos de ciego, los físicos han conseguido desentrañar el rompecabezas de la materia y ya tienen un catálogo muy interesante.

------- * Ponte a prueba: ¿Cuánto sabes sobre el bosón de Higgs? (Test) -------
Las cosas están hechas de átomos, y dentro de estos átomos hay otras partículas más pequeñas como las que componen el núcleo, protones y neutrones, los electrones (que lo orbitan), los quarks, etc. Para encontrar nuevas partículas, los científicos las aceleran a una gran energía y las hacen chocar entre ellas en grandes colisionadores. Como la energía y la masa deben conservarse, cuando falta una parte al final del proceso los físicos saben que debe haberse creado una partícula nueva. Así se dedujo la existencia de otro personaje que se ha hecho muy popular últimamente, el famoso neutrino. Y así se busca el bosón de Higgs.

En cuanto a la forma en que se unen las cosas, después de muchas investigaciones sabemos que existen cuatro fuerzas fundamentales: la de la gravedad (la que hace que al pegar un saltito vuelvas a caer al suelo, por ejemplo), el electromagnetismo (que permite funcionar a los motores y a los teléfonos móviles), la fuerza nuclear fuerte (que mantiene unido el interior del núcleo de los átomos) y una cuarta fuerza conocida como fuerza nuclear débil y que aparecía en algunos procesos concretos, como el que se produce en los elementos radiactivos, como el uranio o el plutonio.

Pues bien, investigando este fenómeno, y en su afán por unificar las cosas, los científicos se dieron cuenta de que a altas energías, la fuerza débil y el electromagnetismo se comportaban igual, pero a bajas energías eran muy diferentes. La partícula responsable del electromagnetismo, el fotón, no tenía masa, pero las partículas responsables de la interacción débil, llamadas bosones W y Z, tenían una masa enorme. Es decir, a altas energías se comportaban igual que el fotón, como si no tuvieran masa, pero a bajas energías no. La pregunta que surgió entonces era aún más interesante. Ya sabíamos de qué están hechas las cosas y cómo permanecen unidas pero, ¿por qué tienen masa las partículas?

En 1964, un físico británico llamado Peter Higgs propuso una solución que otros desarrollarían más tarde: existía un campo, invisible pero presente en todo el universo desde el Big Bang, que era el responsable de darle masa a las cosas. ¿Cómo lo hacía? Para entenderlo, necesito que te imagines el universo como una gigantesca piscina. Todo lo que avanza en el agua se encuentra una resistencia, luego el agua (el campo de Higgs) es lo que les da la masa. Unas partículas encuentran mucha resistencia (tienen más masa) y otras no encuentran ninguna (como los fotones, la luz). Igual que el agua está compuesta de moléculas, ese campo de Higgs está compuesto de una serie de partículas hipotéticas, las conocidas como bosones de Higgs.

Para entenderlo, voy a adaptar un ejemplo que ponen los científicos del CERN. Imaginemos una sala llena de abuelas. Cada una de ellas sería un bosón y juntas compondrían el campo de Higgs (el agua del anterior ejemplo). Si entrara alguien muy famoso en la habitación, se producirá una expectación en torno a él que terminará traducida en cierta resistencia a su avance. En este caso el famoso sería como una partícula y el campo de Higgs serían las abuelas, que le harían ganar masa. Mi amigo Ismael lo explicaba el otro día con una playa por la que avanzara un vendedor de helados con su carrito y que estuviera llena de niños invisibles. Los críos se arremolinarían en torno a él y le impedirían avanzar, dándole masa. En este caso los niños serían los bosones de Higgs.

¿Vas viendo por dónde van los tiros? Tranquila, aún estamos empezando y volveremos sobre este asunto. Para que lo entiendas mejor, debes saber que todo el conocimiento que te he expuesto anteriormente compone lo que los físicos conocen como Modelo Estándar de la Física. Se trata de una ecuación con muchísimas variables y funciona perfectamente para todo lo que nos proponemos. Y ahora sí, agárrate abuela, porque ésta es la ecuación:
modeloestandar
¿Impresionada? No era mi intención asustarte, solo te he puesto la fórmula para que te fijes en un detalle y comprendas por qué se empeñan los científicos en buscar el bosón de Higgs. Vuelve a mirar la ecuación y fíjate en las "H". Ese valor representado en la fórmula es el bosón de Higgs y, aunque no lo hemos encontrado, es fundamental para que el Universo se comporte como se comporta, ya que cada vez que ponemos en marcha la ecuación, nuestras predicciones funcionan.

¿Por qué es tan difícil encontrar el bosón de Higgs? Aunque tenemos medidas indirectas de la existencia del campo de Higgs, hay que encontrar la partícula para tener la certeza de que existe. Pero esto es realmente difícil, porque cuando intentamos verlos, los bosones de Higgs se desintegran inmediatamente hacia otro tipo de partículas y no hay manera de registrarlo.

Para que te hagas una idea, la vida media (en reposo) de un bosón de Higgs de 125 GeV es de una billonésima de billonésima de segundo, un yoctosegundo (¡qué palabra para presumir con las amigas!). Lo que están haciendo con esa gran máquina de Suiza, el LHC, es hacer que muchas partículas choquen entre sí a gran velocidad y ver las huellas que deja tras de sí el bosón. De momento, las pruebas no son lo suficientemente precisas para encontrarlo pero sí para "acorralarlo", ya saben en qué abanico de energía puede aparecer y como lo irán estrechando en los próximos meses, pronto sabemos si esa "H" de la ecuación existe, si en realidad son varias partículas en vez de una o si no hay rastro del famoso bosón y a los físicos les toca volver a echar cuentas.

Veremos qué sucede a lo largo del año de 2012 y volveré a contarte qué han encontrado y si sabemos un poquito más de nuestro universo o seguimos hechos un lío.

Hasta entonces, cuídate mucho. Recuerdos al abuelo.
Antonio

*PD. Ninguna abuela resultó herida durante la elaboración de este artículo. Si tu abuela es licenciada en física y no necesita que su nieto le explique nada, échale la culpa a Einstein, por basarse en estereotipos caducos e injustos sobre las abuelas.

ACTUALIZACIÓN 6 julio 2012: Querida abuela, hemos hecho un videográfico y quizá lo entiendas mejor con imágenes:



miércoles, 11 de julio de 2012

La gran fantasía de la comida “orgánica” (el mejor negocio de las mega-corporaciones)



Las mismas mega-corporaciones de las cuales rehuyen los consumidores de productos orgánicos en realidad controlan esta multimillonaria industria y determinan que ingredientes son admitidos dentro de la todopoderosa etiqueta de "orgánico"

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La etiqueta de “orgánico” en un producto, especialmente un alimento, se ha convertido en una fórmula mágica que nos hace sentirnos bien al tiempo que gastamos dinero extra para obtener un bienestar prometido. Sin embargo esta industria, la de la comida orgánica, al menos en su versión de supermercado, se ha convertido en una enorme fantasía cooptada por las grandes corporaciones de las cuales supuestamente huyen las personas que compran productos orgánicos.

En una lógica perversa el negocio parece ser redondo. Primero grandes corporaciones, del llamado Big Food, llenan los alimentos de aditivos, conservadores y demás “químicos” que contaminan la salud de los consumidores; se crea un movimiento de conciencia en torno a estos alimentos y se genera una industria que busca salvaguardar el bienestar del consumidor produciendo alimentos a la vieja usanza, manteniendo un estándar de calidad. Se populariza el término orgánico, un tanto difuso, para significar aquellos productos que no involucran métodos de producción moderna tipificados en el uso de pesticidas, fertilizantes químicos y modificación genética–en general que no dañan a los animales y al entorno en el que lo producen. Una especie de purismo ideológico que alimenta. Los químicos son los enemigos –aunque por supuesto todo organismo es químico naturalmente.

Buscar alimentarse sanamente y romper con la cadena alimenticia que controlan las grandes corporaciones, regresar a los pequeños productores y otorgarle ese valioso coeficiente, perdido en el proceso industrial, de hacer los alimentos con una intención de nutrir (“hecho con amor” es el slogán favorito), parece algo no solamente positivo sino incluso parte de la evolución humana. Sin embargo, ya sea por los invasivos y malignos tentáculos de las grandes corporaciones o por la ingenuidad del consumidor que lo que compra generalmente son ilusiones que satisfacen su producción de dopamina y reafirman cómodamente lo que quiere que sea la realidad, en muchos casos esta moda de alimentarnos de productos orgánicos no es más que un plácido y frívolo (aunque sea bienintencionado) autoengaño. Y ahora son las mismas compañías,  que producen  o producían alimentos casi venenosos, las que promueven los alimentos orgánicos, enarbolando un nuevo mito de comunión edénica a partir del poder inmaculado de la comida no alterada por los procesos industriales de la modernidad: un regreso a natura.

El New York Times publica un interesante artículo sobre la realidad detrás de la gran industria de los alimentos orgánicos, con un valor anual de hasta 30 mil millones de dólares en ese país. El hecho de que los consumidores estén dispuestos a pagar más dinero por un producto orgánico no ha pasado desapercibido para las grandes corporaciones de alimentos que, recurriendo a su varita mágica, el marketing, han logrado –sin que el consumidor lo perciba– tomar control del mercado e influir en cómo y en qué se etiqueta “orgánico”.

Muchas de los grandes nombres de los alimentos orgánicos han sido adquiridos por las grandes corporaciones de alimentos sin que esto llegue al conocimiento del consumidor. Bear Naked, Wholesome & Hearty y Kashi, pertenencen al gigante de los cereales Kellog; Naked Juice es parte de PepsiCo; y detrás de Walnut Acres, Healthy Valley y Spectrum Organics está Heinz, la marca de ketchup cuyo CEO participa en la reuniones Bilderberg. 

Esto no es todo, Coca-Cola, General Mills, Nestle, Kraft y otras megacorporaciones han “devorado la mayoría de la industria de la comida orgánica en Estados Unidos. 

Ingredientes puros, producidos localmente en pequeñas granjas familiares, no mucho, que digamos”, escribe Stephanie Storm en el New York Times. ¿Comprarías ese jugo de arándano orgánico si supieras que es producido a fin de cuentas por Coca-Cola? ¿Te sabría igual?

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La junta directiva del National Organic Standards Board ha permitido el uso de ingredientes como el carragenano, un polisacárido derivado de las algas que incluso ha sido vinculado al cáncer, o del inositol sintético, que, como su nombre lo indica, se manufactura usando procesos químicos.

Michael J. Potter, fundador de la compañía pionera de alimentos orgánicos Eden Foods, se niega a poner la etiqueta de orgánico en sus productos, ya que la considera un “fraude”.
En la medida en la que las grandes corporaciones han empezado a dominar la junta directiva, que decide los estándares de los alimentos orgánicos, han crecido los ingredientes aprobados por dicha industria. Actualmente existen 250 sustancias “no-orgánica” en la lista; en el 2002 habían solo 77.

En diciembre se estuvo apunto de aprobar la utilización de amonio nonanoate, un herbicida –votaron a favor General Mills, Campvell’s Soup, Organic Valley, Whole Foods Market y Earthbound Farms (sólo falta que Monsanto coloque algunos de sus pesticidas en la lista o que sea admitido a la junta directiva y no sería del todo raro que tenga presencia en el mercado bajo una empresa fantasma).

Alexis Baden Mayer, director de la Asociación de Consumidores Orgánicos, advierte: “Entiendo que quedan muy pocas compañías 100% orgánicas. Pero ¿en realidad es necesario añadir a una compañía como General Mills que tiene tanto interés en promover la ingeniería genética, promover la nanotecnología y varias otras cosas que son la antítesis de los principios orgánicos para supuestamente garantizar la diversidad?”.

Así las cosas en Estados Unidos, pero seguramente también en muchas partes del mundo en las que se adopta el modelo comercial de este país. Especialmente en los grandes supermercados, donde a veces el mismo producto, sólo con la etiqueta mágica de “orgánico”, cuesta casi el doble. Si quieres comer “orgánico” lo mejor que puedes hacer es crecer tu propio alimento o comprarlo a personas conocidas que tengan huertos cerca de donde vives. Aunque claro que puedes seguir comprando comida orgánica en el supermercado y seguramente te sabrá mejor y hará mejor a la salud, bajo el efecto placebo –siempre y cuando esto le gane a la parte de tu cerebro que te dice que estás cayendo en un truco de marketing y acabas de desperdiciar tu dinero.  ¿Qué eliges? y ¿en realidad importa?

Twitter del autor: @alepholo

Fuente: pijamasurf

El mito de la comida orgánica se derrumba

Un estudio londinense ha asegurado que los productos orgánicos no aportan más nutrientes que los obtenidos por el método tradicional.

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