Definición de
consciencia
Consciencia
La conciencia (o
consciencia, del latín conscientia 'conocimiento compartido') se define en
general como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno.
"Conscientĭa" significa, literalmente, "con conocimiento" (del latín cum
scientĭa). En la especie Homo sapiens, la conciencia implica varios procesos
cognitivos interrelacionados.
Conciencia se
refiere generalmente al saber de sí mismo, al conocimiento que el espíritu
humano tiene de su propia existencia, estados o actos.
Una persona cloroformizada
recobra la conciencia al cesar los efectos del
anestésico.
Conciencia se
aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras
acciones.
Una persona "de conciencia
recta" no comete actos socialmente reprobables.
La conciencia en
psiquiatría puede también definirse como el estado cognitivo no abstracto que
permite la interactuación, interpretación y asociación con los estímulos
externos, denominados realidad. La conciencia requiere del uso de los sentidos
como medio de conectividad entre los estímulos externos y sus
asociaciones.
El ser humano
tiene conciencia sensitiva y conciencia abstracta.
¿Cuál es la
naturaleza de la conciencia? (¿Puro resultado de la "computación" del
pensamiento en el cerebro o algo "más", no reproducible, propío de cada
persona?)
La consciencia es un
concepto que entendemos intuitivamente, pero que es difícil o imposible de
describir adecuadamente en palabras. Se puede decir que consciencia es el estado
subjetivo de apercibir algo, sea dentro o fuera de nosotros mismos.
No existe ninguna
definición consensuada de la consciencia. Pero consciencia significa experiencia
subjetiva, o sea, lo opuesto a objetividad. En algunos escritos la consciencia
es considerada sinónimo de mente. Pero la mente incluye procesos mentales
inconscientes, y puede definirse como el funcionamiento del cerebro para
procesar información y controlar la acción de manera flexible y
adaptativa.
La consciencia
tiene contenidos, pero aunque pueda tener una enorme variedad de contenidos no
puede tener muchos al mismo tiempo. La consciencia no es un fenómeno pasivo como
respuesta a estímulos, sino un proceso activo de interpretación y construcción
de datos externos y de la memoria relacionándolos entre sí.
Se ha equiparado
la consciencia a la vigilia, pero estar despierto no es lo mismo que ser
consciente de algo en el sentido de apercibirse de algo. En el sueño podemos
apercibir imágenes mentales visuales o auditivas.
Los actos voluntarios y la
toma de decisiones son aspectos importantes de la experiencia consciente. Por
ello, uno de los significados más comunes de consciencia es que es un sistema de
control ejecutivo que supervisa y coordina las actividades del
organismo.
Para el profesor
de psicología de la Universidad de Princeton, Philip Johnson-Laird, el cerebro
es un sistema organizado jerárquicamente que procesa información en paralelo y
cuyo nivel más alto que controla la conducta corresponde a la consciencia,
aunque interacciona con varios subsistemas inconscientes.
Se ha considerado
a la consciencia íntimamente relacionada con la memoria operativa, la atención y
el procesamiento controlado. La memoria operativa es importante para la solución
de problemas, la toma de decisiones y la iniciación de la acción. La relación
con la atención es clara: prestar atención a algo es ser consciente de ese algo.
El ejemplo más clásico de atención selectiva es el conocido como “efecto
cocktail party”, por el que seleccionamos información interesante en medio de un
gran ruido de fondo.
También se ha
considerado la consciencia como sinónimo de auto-consciencia. Pero como se puede
ser consciente de muchas cosas que no son la propia persona, hoy se estima que
la auto-consciencia es una forma especial de la consciencia.
Todo el mundo
sabe lo que es consciencia, dicen el fallecido premio Nobel Francis Crick y su
colaborador alemán Christof Koch, pero mientras sepamos tan poco de ella, lo
mejor es no dar ninguna definición que pueda inducir a errores o que sea
restrictiva, o ambas cosas a la vez.
En la bibliografía anglosajona
se utilizan dos palabras distintas que en español se suelen traducir por
consciencia. La primera es “awareness”, que yo traduzco por apercepción; la
segunda es "consciousness" que se traduce por consciencia.
Esta diferenciación
es importante, ya que existe la expresión en inglés “unconscious awareness” que
se traduciría por “apercepción inconsciente”, lo que sería imposible si la
palabra “awareness” se tradujese por consciencia, como suele hacerse.
Algunos autores
definen la apercepción como un estado en el que tenemos acceso a cierta
información que puede usarse para controlar la conducta. La consciencia está
siempre acompañada de apercepción, pero la apercepción no tiene por qué estar
acompañada por consciencia.
Se pueden distinguir dos tipos de consciencia. La
consciencia primaria, que es la experiencia directa de percepciones,
sensaciones, pensamientos y contenidos de la memoria, así como imágenes,
ensueños y sueños diurnos.
La consciencia
reflexiva es la experiencia consciente per se. Este tipo de consciencia es
necesaria para la auto-consciencia, que implica darse cuenta de ser un individuo
único, separado de los demás, con una historia y un futuro personales. La
consciencia reflexiva incluye el proceso de integración, o sea, de observar la
propia mente y sus funciones; con otras palabras: conocer que se conoce. En
realidad, la experiencia consciente en el humano adulto normal implica tanto la
consciencia primaria como la consciencia reflexiva.
Urracas tratando de quitarse la marca que se han visto en el
espejo. Oliver Wrobel.
PlosBiology.
Características de la consciencia
William
James, padre de la psicología norteamericana, en sus Principios de Psicología
describió cinco características de alto nivel de la consciencia que aún siguen
vigentes. Son las siguientes:
1) Subjetividad:
Todos los pensamientos son subjetivos, pertenecen a un individuo y son sólo
conocidos por ese individuo
2) Cambio: Dentro
de la consciencia de cada persona, el pensamiento está siempre
cambiando
3)
Intencionalidad: La consciencia es siempre de algo, apunta siempre a
algo
4) Continuidad:
James utilizó siempre la expresión “curso de la consciencia” para dar a entender
que la consciencia parece ser siempre algo continuo
5) Selectividad:
Aquí James se refirió a la presencia de la atención selectiva, o sea que en cada
momento somos conscientes de sólo una parte de todos los estímulos
A pesar de la
enorme variedad de percepciones y pensamientos de naturaleza siempre cambiante,
tenemos la impresión de que nuestra consciencia es algo unificado y continuo.
Esta sensación de unidad de la consciencia algunos autores la consideran una
ilusión.
Algunas
teorías sobre la consciencia
Al igual
que entre los filósofos post-cartesianos había diversas teorías, como la teoría
del doble aspecto de Spinoza, el ocasionalismo de Malebranche, el paralelismo de
Leibniz y su doctrina de la armonía preestablecida, hoy existen diversas teorías
de la consciencia.
La teoría
“clásica” ha sido la postulada por el psicólogo norteamericano William James en
el siglo XIX. Para James, la consciencia es una secuencia de estados mentales
conscientes, siendo cada uno de estos estados la experiencia de algún contenido
concreto. James pensaba también que la consciencia tiene que haber tenido un
propósito evolutivo, por lo que trataba la consciencia como una función y no
como una entidad.
En el siglo XVIII el
biólogo suizo Charles Bonnet intentó resolver el dilema introduciendo el llamado
“epifenomenalismo”, una idea que después asumió también el biólogo británico
Thomas Huxley. El epifenomenalismo acepta que la mente y el cuerpo están hechos
de diferentes sustancias, pero la mente no tiene influencia sobre el cuerpo,
aunque está causada por el cerebro. Los sucesos mentales son productos
accesorios de los sucesos materiales.
La teoría basada
en un dualismo cartesiano postula que la mente, alma o espíritu es inmaterial y
la autoconsciencia, como propiedad de esa mente, está separada del cerebro que
es físico e inconsciente. Esta teoría ha sido mantenida por Karl Popper y John
Eccles; con este último yo colaboré en la Universidad del Estado de Nueva York
en Buffalo en su periodo tardío de laboratorio en 1975. El problema que plantea
esta teoría es que no explica cómo se produce la experiencia subjetiva, ni
tampoco cómo funciona la interacción entre un ente inmaterial y otro
material.
Otra teoría es la
sostenida por Stuart Hameroff y Roger Penrose que supone que los microtúbulos,
que se encuentran en toda célula nerviosa, están designados para permitir la
coherencia cuántica y las conexiones cuánticas en todo el cerebro. La dificultad
es que no explica cómo surge la experiencia subjetiva por lo que muchos autores
concluyen que la teoría cuántica de la consciencia sustituye un misterio por
otro. Penrose es también de la opinión que el fenómeno de la vida mental
requiere un conocimiento de la física que aún no tenemos.
Origen y evolución
de la consciencia
¿Cómo surge la consciencia en un
individuo y cómo surgió en la evolución? Todos creemos que los humanos no nacen
con consciencia y que la vida, como fenómeno natural no fue originalmente
consciente.
Existe, pues, un problema
ontogenético, de cuándo surge la consciencia en un individuo, y un problema
filogenético, de cuándo surgió la consciencia de la materia, si fue
repentinamente en una especie determinada o por el desarrollo de ciertas
estructuras cerebrales. La auto-consciencia surge en el niño en la segunda mitad
del segundo año de vida, y depende de la memoria episódica y de la capacidad
para la consciencia reflexiva.
Ya mencionamos que el psicólogo
norteamericano Julian Jaynes piensa que surgió muy recientemente en el ser
humano, en la época homérica. Por el contrario el neurofisiólogo australiano
John Eccles pensaba que surgió con el neocórtex de los mamíferos y la bióloga
norteamericana Lynn Margulis es de la opinión que la consciencia es una
propiedad tan antigua como la vida de organismos unicelulares simples, hace
miles de millones de años.
Otros científicos piensan que la consciencia surgió
por la necesidad de comunicación con otros individuos, es decir, que fue cercana
al lenguaje. El filósofo austriaco Karl Popper decía que la consciencia emerge
con el lenguaje, tanto ontogenética como filogenéticamente.
El psicólogo británico Nicholas
Humphrey coincide con la opinión de que la función de la consciencia es la de
interacción social con otras consciencias. La consciencia aporta a los humanos
un modelo explicativo de su propia conducta y esta facultad es útil para la
supervivencia; con otras palabras: los mejores psicólogos son los que mejor
sobreviven. Al entender la propia mente, entienden también la mente de los demás
y eso supone una ventaja evolutiva importante.
Sin embargo, la consciencia
difícilmente contribuye a la supervivencia. Muchas veces nos deprimimos cuando
pensamos en cosas futuras, como la vejez o la muerte. La consciencia muy a
menudo resulta en una menor determinación y perseverancia. Visto así, no parece
que sea el producto de una evolución darwiniana porque realmente lo que hace es
debilitar nuestro sistema de supervivencia en esos casos.
El lingüista estadounidense
Merlin Donald planteó que la mente moderna con pensamiento simbólico surgió de
una forma de inteligencia no simbólica por absorción gradual de sistemas nuevos
de representación.
La mente humana se desarrolló en
cuatro estadios que coinciden con los estadios de crecimiento cognoscitivo en
humanos modernos. Los homínidos más antiguos estaban limitados a
representaciones episódicas del conocimiento. La memoria episódica era útil para
aprender asociaciones estímulo-respuesta, pero no podía recuperar memorias
independientemente de las señales del entorno, es decir, no podía pensar. Estos
seres episódicos vivían sus vidas totalmente en el presente.
El Homo erectus desarrolló un
sistema “mimético” de representación. La mente podía recuperar memorias
independientemente del entorno y era capaz de re-describir la experiencia. La
mente tiene una representación del mundo y es capaz de adaptarse continuamente a
los nuevos conocimientos. Estas representaciones permitían al individuo
comunicar sus intenciones y deseos. En este estadio existía una especie de
memoria colectiva. En el tercer estadio, el Homo sapiens adquirió el lenguaje y,
por consiguiente, la capacidad de construir relatos y formar mitos que
representan modelos integrados del mundo por los que los individuos podían
generalizar y predecir acontecimientos. El lenguaje permitió contar historias en
grupo.
Hace unos 50.000 años los
humanos comenzaron a almacenar contenidos de memoria en el mundo exterior en vez
de en sus cerebros (pinturas rupestres, figuras, calendarios, etc.). Finalmente,
con la escritura, hará unos 10.000 años, los humanos modernos alcanzaron
capacidades representativas simbólicas y la lógica. Es la mente
“teórica”.
En otro orden de cosas se estima
que existen unos 10.000 millones de células corticales en el hombre moderno, de
los que 1.000 millones estarían en relación con el cuerpo. Así que 8.900
millones se utilizarían para procesos internos y para las conexiones con otras
neuronas del sistema. Se estima que el cerebro del Australopiteco tendría 3.500
millones de neuronas por encima de las relacionadas con el cuerpo, comparadas
con los 2.000 millones del gorila y los 2.400 millones del chimpancé.
El Homo habilis tendría unos
4.500 millones de interneuronas y el Homo erectus 7.000. Respecto al volumen, el
Australopiteco tenía un cerebro de 500 c.c. frente a los 450 c.c. del gorila. El
Homo habilis tenía unos 700 c.c., el Homo erectus unos 950-1050 c.c. y el Homo
sapiens 1.350 c.c. Sin embargo, parece que el número de células no es
determinante. El lingüista y neurólogo alemán Eric Lenneberg dice que el cambio
más importante durante la expansión cerebral fue la interconexión entre las
células.