Recogidos desde 1665 en 'Philosophical Transactions'
- 'Philosophical Transactions of the Royal Society' se publica desde 1665
- Su archivo recopila 60.000 estudios que forjaron el conocimiento científico
- Desde esta semana, pueden consultarse de forma gratuita a través de Internet
Teresa Guerrero | Madrid
Durante sus más de 350 años de vida, la Royal Society ha sido un escaparate de la ciencia. Su revista 'Philosophical Transactions', editada en 1665, se ha hecho eco de miles de investigaciones científicas, desde los pequeños avances a los grandes descubrimientos que han cambiado el curso de la humanidad.
Su archivo se ha convertido en un auténtico tesoro para los amantes de la ciencia, que a partir de esta semana pueden consultar gratuitamente a través de Internet todos los documentos de la prestigiosa institución británica, galardonada este año con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Se trata de más de 60.000 investigaciones firmadas por personajes entre los que figuran Isaac Newton, Benjamin Franklin, Charles Darwin, Thomas Huxley, Michael Faraday, Robert Boyle o Stephen Hawking.
Rigor científico
"No hay nada más necesario para promover los avances de los asuntos filosóficos que la comunicación de los mismos", afirma el primer director de la revista, Henry Oldenburg, en la carta con la que presentó a los lectores el primer número de 'Philosophical Transactions', publicado el 6 de marzo de 1665.
Sus objetivos eran tanto animar a los científicos a seguir investigando como deleitar y fomentar el conocimiento de los ciudadanos británicos y de otras partes del mundo con los avances de la ciencia y los descubrimientos más ingeniosos y útiles, que serían transmitidos "de forma clara y veraz".
H. Oldenburg, primer director
de la revista, sentó las bases
del periodismo científico.
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Así lo hicieron. 'Philosophical Transactions' fue la primera publicación del mundo que cumplió con las estrictas normas de control y rigor que en la actualidad siguen las revistas científicas más prestigiosas. De hecho, fue su director, el alemán Henry Oldenburg (1619-1677), el primero que comenzó la práctica de enviar los manuscritos que llegaban a la revista a expertos que pudieran valorar la calidad de los estudios antes de ser publicados. Así nació el periodismo científico moderno.
Ni el gran incendio que arrasó buena parte de la ciudad de Londres en 1666, ni la voraz epidemia de peste bubónica que mató a 100.000 personas en Inglaterra entre 1665 y 1666 o incluso el breve encarcelamiento de Henry Oldenburg en 1667 (fue acusado de espía durante la segunda guerra con Holanda), pudieron acabar con la revista, que ha sido publicada de forma ininterrumpida desde 1665.
En la actualidad la Royal Society edita nueve publicaciones, entre las que sigue figurando 'Philosophical Transactions'. La estructura de la publicación actual es muy distinta a la del siglo XVII pero sigue rigiéndose por los mismos principios de rigor y veracidad.
Arriesgados experimentos
Hacer una selección de lo más destacado del archivo no es tarea sencilla teniendo en cuenta la talla de los autores que firman muchas de las investigaciones, que abarcan casi todas las áreas de conocimiento humano, y los curiosos relatos narrados en las cartas a la revista.
El 'paper' que recoge la Teoría sobre la luz y los colores de Isaac Newton. |
Entre los documentos más valiosos está la primera investigación de Isaac Newton, en la que explica el revolucionario descubrimiento que hizo en 1672: el color es una propiedad inherente a la luz y la luz blanca está compuesta por una mezcla de otros colores.
Los internautas también podrán consultar los trabajos llevados a cabo por un joven Charles Darwin. Aquellos que deseen profundizar en la obra del naturalista tienen a su disposición desde el pasado mes de junio la biblioteca de Charles Darwin que la Universidad de Cambridge digitalizó y a la que también se puede acceder de forma gratuita a través de Internet.
Darwin no fue el único miembro de su familia que se dedicó a la ciencia. Su primo, Francis Galton, descubrió en 1891 que las huellas dactilareseran un rasgo distintivo de las personas y podían ser utilizadas para su identificación. Poco después, Scotland Yard (el cuerpo de policía británico) comenzó a utilizar este método, que fue extendiéndose a todo el mundo.
Experimento del rayo y la cometa de Benjamin Franklin, en 1752. |
Benjamin Franklin, por su parte, utilizó en 1752 una cometa para demostrar su teoría sobre la electricidad. Pensaba el científico que los rayos eran electricidad que se desplazaba de las nubes a la Tierra, y sospechaba que esa electricidad podría ser atrapada de forma artificial volando una cometa durante una tormenta. Afortunadamente, Franklin tenía razón y sobrevivió al experimento.
No tuvieron tanta suerte un par de estudiantes británicos, a los que en 1665 les cayó un rayo durante una tormenta en Oxford que les sorprendió a bordo de un barco. Uno de ellos falleció de manera ulminante.
El superviviente se despertó con los pies encajados en el fango y la parte superior del cuerpo en el agua. Aunque no estaba herido, aseguró que no podía recordar cómo llegó a tal postura. El relato lo ofreció el doctor Wallis, que junto con otros colegas realizó la autopsia al estudiante fallecido: el cadáver no presentaba heridas pero tenía marcas negras en el cuello, el pecho y los hombros, "como si hubieran sido provocadas con una plancha caliente", aseguraba el investigador en una carta publicada en la revista.
Las primeras transfusiones
En 1666 Thomas Coxe describía una de las primeras transfusiones de sangre realizadas en la historia. Los pacientes fueron dos perros, uno de ellos sano y el otro con sarna. Coxe quería comprobar si esta enfermedad podía transmitirse a través de la sangre, de modo que realizó una transfusión al perro sano con sangre infectada. Antes, alimentó al perro enfermo con queso y leche. Al cabo de diez días, el perro enfermo se había curado. El que estaba sano no enfermó de sarna, a pesar de la transfusión con sangre infectada.
Tampoco tiene desperdicio el relato del doctor Nathan Fairfax sobre una mujer que, aconsejada por unos vecinos, se tragó una bala con la esperanza de aliviar sus problemas intestinales. Corría el año 1668 y finalmente, la mujer expulsó la bala por la orina. Otro de los experimentos describe cómo enfriar bebidas "en cualquier época del año" sin utilizar nieve, hielo, viento o salitre.
La astronomía en el s.XVII
En 1665 aún faltaba mucho para que el hombre iniciara la conquista del espacio pero los científicos ya imaginaban cómo sería el cosmos. El astrónomo francés Adrien Auzpit recreó su visión de la Tierra desde la Luna. En su relato imaginó como los habitantes de nuestro satélite verían la Tierra según las distintas épocas del año. También creía que los incendios forestales en nuestro planeta podrían percibirse desde la Luna.
Las descripciones de eclipses o los estudios sobre planetas comoJúpiter también se recogen en el archivo, así como los avances que se fueron dando en otras disciplinas como la física, la química o la botánica y que contribuyeron a construir los cimientos de la ciencia actual.
El biólogo Thomas Huxley resumía así en 1870 la importancia del conocimiento acumulado en el archivo de la revista de la Royal Society:"Si todos los libros del mundo, excepto 'Philosophical Transactions', fueran destruidos, podemos afirmar con seguridad quelos fundamentos de la ciencia permanecerían y que el vasto progreso intelectual logrado durante los dos últimos siglos se conservaría en su mayor parte, aunque quedase incompleto".
Fuente: El MUNDO.es
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