Por: Glenys Álvarez* Editora Neutrina
Es difícil pensar la vida sin los demás; el mismo acto de nacer, aunque parece individual, ocurre cuando atravesamos el canal de parto de otra persona que nos ha estado alimentando, cuidando y que nos espera, a veces nos esperan decenas de personas afuera, deseando conocernos. Pero somos un cerebro, un órgano que se desarrolla solo y comienza a tener pensamientos individuales y aunque el mundo está organizado en equipos, la naturaleza nos regala por lo menos seis horas de completa soledad mientras dormimos. Sin contar con la muerte, una actividad que sí la hacemos solos.
Ciertamente, los estudios sobre humanos muestran beneficios de estar acompañados; de hecho, es la meta que casi todos recogemos al nacer: debes buscar pareja y tener hijos y amigos. Y no es para menos, la especie lleva demasiado tiempo sustentando e impulsando esta conducta reproductiva y muchos comportamientos actuales pueden ser extraídos de ella, tanto así, que el planeta pronto alojará a siete mil millones de personas, una cantidad absurda que necesitamos controlar. Copiar el ADN a este paso ya no es necesario, en realidad causa más daños que ventajas, por ello, muchos países han tenido que recurrir a leyes reproductivas para frenar esta copia desenfrenada de genomas. Hoy, ya podemos organizarnos mejor.
“No es lo mismo ser solitario que sentirse solo. Esta última palabra nos evoca sentimientos del pasado, de la niñez, como ser abandonados o rechazados, nos da miedo la palabra. Pero estar solos no debe hacernos sentir en soledad, de hecho, en tiempos medievales estar solos significaba estar completos con nuestro singular ser, no significaba ausencia. Sin embargo, en estos tiempos la soledad no está bien vista y generalmente es asociada con comportamientos antisociales. Más aún, sentimientos que la persona no posee son añadidos ya que para mucha de la sociedad hoy, estar solos significa estar en soledad y los términos negativos que ello indica”, explica en la revista Psychology Today, la psicóloga Ester Buchholz.
Pero hay personalidades para todo. Un equilibrio entre estar solos y acompañados o cuánto tiempo le dedicaremos a ambas cosas no puede ser establecido sin conocer primero el temperamento del individuo. Hay personas que necesitan salir y socializar, hay otras que no; ambas partes deben saberlo y aceptarlo ya que lo que te hace bien a ti en esas ramas no le hace bien a todos los demás. Aún exista una mayoría para algo, la minoría siempre requerirá de otras opciones.
También es preciso tomar en cuenta que el internet hoy significa otras personas, estar en línea para muchos quiere decir estar conectados con las ideas de los demás, sus posiciones y opiniones, sus formas de ser. El mundo actual nos da muchas posibilidades de estar acompañados y desconectarnos cuando queramos.
En un estudio realizado el año pasado en el Instituto Salk para Ciencias Biológicas en California, presentaron evidencias de que el cerebro del introvertido no se fijaba tanto en las caras como el extrovertido. Ciertamente, varios estudios nos siguen regalando el conocimiento de la conducta en el cerebro y los genes. La estructura neuronal formula qué tanto querremos interactuar con otros. En ese estudio se midió una actividad cerebral eléctrica conocida como P300 que ocurre cuando algo inesperado ocurre de repente; por ejemplo, cuando un sonido alto ocurre en una habitación en silencio, la reacción del cerebro sucede en 300 milisegundos, antes de que el cuerpo de la persona se dé cuenta del cambio.
En el estudio, los voluntarios miraban imágenes de objetos, por ejemplo, una serie de caras de hombres y de repente se muestra una femenina o flores azules y de repente una amarilla. Los extrovertidos reaccionaban al P300 con más actividad cuando se trataba de una cara, los introvertidos tenían una reacción similar a las flores y a las caras.
No todo lo que parece causar placer lo hace. Hay personas que no disfrutan de un masaje o del toque especial de otra persona. Eso no está mal, es sencillamente distinto. Si el individuo prefiere la soledad o la forma en que ha organizado su vida, no quiere decir que está mal. Las conductas negativas en personas solas o acompañadas presentan el daño en el individuo mismo o en los demás y se notará; será entonces una buena idea intervenir, de lo contrario, no se meta.
Psychology Today: http://www.psychologytoday
Instituto Salk: http://www.salk.edu/
Editora NEUTRINA
*Periodista científica fundadora y directora de Editora Neutrina
editoraneutrina@gmail.com
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