Por: Glenys Álvarez* Editora Neutrina
La amabilidad tiene sus puntos a favor y su antónimo mucho más en contra. La gente se queja cuando una persona actúa con poca amabilidad o no responde con las palabras y actitud esperadas. Sabemos que actuar con cortesía es bienhechor, no sólo ayuda obviamente en el servicio, especialmente en una compañía a la que le pagas, sino que fuera de allí nos une, acciones de generosidad y de blandas mentiras que ocultan la verdad son, en muchos casos, necesarias y en otros muy cómodas; pero debemos su existencia a la compleja actividad intersocial que llevamos a cabo diariamente.
Ciertamente, es posible nombrar un sin número de ocasiones en que debemos, todos los días, actuar con amabilidad. “Nos tragamos las palabras y la actitud”, afirma una conocida sobre el comportamiento en su lugar de trabajo.
“Si no fuera por la falsa amabilidad estaríamos fritos”. Justamente, investigadores de las universidades de Tolouse y Queen, han realizado experimentos para revelar el lado negativo de la amabilidad.
“Recurrimos a estrategias amables cuando no queremos compartir información que pueda resultar ofensiva o vergonzosa para otros y mientras más sensible es el tema más tendemos a recurrir a estas estrategias para evitarlo y salir de eso.
La amabilidad puede convertirse en algo problemático cuando nos lleva a sacrificar la claridad”, explica Jean- François Bonnefon, profesor de psicología en Tolouse y uno de los autores.
Los psicólogos indican que estudios anteriores han mostrado que toma mucha más energía y complejidad procesar estas estrategias amables que nos permiten mantener la cortesía.
Como la mentira, toma mucho más poder intelectual inventar y mantener amabilidad frente al que pensamos no lo merece o ante alguna insidiosa mentira. Aún en casos donde lo opuesto sería lo mejor; especialmente cuando se trata de asuntos de seguridad.
“Es más lo que pensamos y analizamos cuando consideramos la posibilidad de que la gente está siendo amable con nosotros y no dice la verdad, esta idea nos deja en un estado incierto sobre lo que realmente se dijo. Es una amabilidad que confunde”, explica.
Precisamente, para los autores, la amabilidad en estas ocasiones especiales causa confusión, no sólo para el que la emplea sino para el que la recibe. Produce más incertidumbre y desconcierto frente al problema.
Los autores aconsejan estudiar más este tipo de conducta y la cultura que la aloja para desarrollar terapias que equilibren su uso. Desestimar las estrategias amables al actuar no quiere decir comportarnos con rudeza, sencillamente no disfrazar las situaciones con verdades a medias o mentiras.
Definitivamente, es esencial ser amables en la mayoría de los casos, aunque en ciertas ocasiones no es nada recomendable; la amabilidad, como casi todas las conductas humanas, es un arma de doble filo y el peso cae sobre el individuo que debe juzgar cuándo ser amable y cuándo no, para luego asumir las consecuencias.
Los resultados fueron publicados en el diario de la Asociación de la Ciencia de la Psicología
(aps):
http://www.psychologicalscienc e.org/index.php/publications/j ournals/current_directions
Universidad de Tolouse: http://www.univ-toulouse.fr/
Universidad Queen: http://www.queensu.ca/
Universidad de Tolouse: http://www.univ-toulouse.fr/
Universidad Queen: http://www.queensu.ca/
Editora NEUTRINA
*Periodista científica fundadora y directora de Editora Neutrina
editoraneutrina@gmail.com
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