Por: Glenys Álvarez* Editora Neutrina
Aprendemos sobre esta diminuta y compleja factoría cuando entramos a primaria.
La pequeñita célula produce su propia energía; de hecho, las células controlan, protegen, mantienen, apoyan, ayudan, llevan, traen, sintetizan, cortan, almacenan, usan, procesan, liberan, manufacturan, modifican, empaquetan, mueven, separan y refuerzan, entre otras características más.
Dentro de las células hay toda una enredada red de organelos cada uno con una función específica, el trabajo de ellos permite que la célula funcione apropiadamente.
Estamos realmente compuestos de células, ellas traen consigo el código genético que es como el menú que servirá nuestro restaurante de tejidos, conductas, acciones.
Cuando nos ataca el cáncer son las células las que se vuelven locas y comienzan un proceso caótico que nos mata. Es en ellas donde todas estas bacterias se ponen a trabajar, secuestrándolas, obligándolas a asumir posiciones inusuales para apoderarse de ellas y enfermarnos. Es aquí donde los especialistas buscan, indagan, prueban y examinan.
En esta ocasión, investigadores en la Universidad Johns Hopkins han construido un interruptor proteínico que ‘ordena’ a las células cancerígenas a producir su propio medicamento anticáncer. Ocurre de la siguiente forma; los autores construyeron una estrategia donde estos interruptores activan una droga sólo cuando detectan un marcador enlazado al cáncer. La meta suena exquisita: poseer un arma contra el cáncer que obligue a las células cancerígenas a autodestruirse sin dañar el tejido sano.
Y todos sabemos el problema que tenemos con el tejido sano. La quimioterapia, nuestra rústica herramienta para asesinar el cáncer, mata todo lo que ve a su alrededor sin importarle si está o no enfermo. Es una medicina que enferma.
“Con la estrategia del interruptor proteínico, un médico administra la sustancia ‘prodroga’, que significa una forma inactiva de una droga contra el cáncer. Esta droga sólo se activaría cuando un marcador que indique cáncer esté presente en la célula, entonces, el interruptor proteínico convierte a esta droga segura en una potente forma de quimioterapia que estará limitada a la célula infectada.
De hecho, el interruptor convierte a la célula en una factoría para producir drogas anticáncer dentro de la célula”, explica Marc Ostermeier, profesor de ingeniería química y biomolecular en la universidad y uno de los autores.
De hecho, el interruptor convierte a la célula en una factoría para producir drogas anticáncer dentro de la célula”, explica Marc Ostermeier, profesor de ingeniería química y biomolecular en la universidad y uno de los autores.
Esta maravilla aún no ha sido demostrado en personas y los experimentos fueron hechos en células cancerígenas en el laboratorio con dos tipos de cáncer: de colon y de mama.
Experimentos con animales son el próximo paso.
Para producir el famoso interruptor, el equipo fundió dos tipo distintos de proteínas, una se encarga de detectar el marcador del cáncer y la otra tiene como función activar la forma inactiva de quimioterapia.
La idea es que la droga se encuentre en las células, no importa si están infectadas o no, ya que el interruptor sólo las activará en las que tienen cáncer.
Experimentos con animales son el próximo paso.
Para producir el famoso interruptor, el equipo fundió dos tipo distintos de proteínas, una se encarga de detectar el marcador del cáncer y la otra tiene como función activar la forma inactiva de quimioterapia.
La idea es que la droga se encuentre en las células, no importa si están infectadas o no, ya que el interruptor sólo las activará en las que tienen cáncer.
En la actualidad, otro tipo de drogas producidas con este fin intentan llevar el medicamento directamente a las células infectadas sin tocar el tejido sano.
Para Ostermeier, el interruptor proteínico llega, precisamente, para “cambiar el juego ya que nos provee con un mecanismo que estará dirigido a la producción de las drogas anticancerígenas dentro de las células.
Uno de los problemas que hemos enfrentado con enviar los medicamentos a ‘domicilio’ es que se pierden en la vía. El interruptor hace esta acción innecesaria”.
Uno de los problemas que hemos enfrentado con enviar los medicamentos a ‘domicilio’ es que se pierden en la vía. El interruptor hace esta acción innecesaria”.
Los resultados fueron publicados en el diario Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias, PNAS
*Periodista científica fundadora y directora de Editora Neutrina
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