Imagen de la bacteria 'Escherichia Coli'.| CDC | Elizabeth H. White
- Estudian el potencial de los microorganismos que viven en el tracto digestivo
- Podrían emplearse para crear nuevas terapias o diagnosticar enfermedades
- Los expertos piden que estos productos se sometan a estándares médicos
Ángel Díaz | Madrid
La mayoría de las células que alberga nuestro organismo no son humanas: un número hasta 10 veces mayor que éstas pertenece a los microbios que viven en nuestro interior, en perfecta simbiosis con el cuerpo en el que habitan. Intervenir sobre esta colonia de diminutos seres, o añadir otros nuevos mediante la dieta, podría ser una de las claves de la investigación médica de los próximos años.
Los productos alimentarios probióticos (que introducen microorganismos vivos a través de la dieta) o prebióticos (capaces de modificar la flora intestinal) gozan ya de cierta popularidad entre los consumidores, pero los expertos prevén una revolución mucho más profunda a medio plazo, con medicamentos regulados y aprobados que puedan prescribirse para combatir enfermedades concretas.
"Creo que en dos o tres años conoceremos mucho más sobre estas comunidades de microbios y estaremos en disposición de dar un gran salto hacia su utilización para mantener la salud, diagnosticar dolencias o proporcionar terapias médicas", comenta el doctor Justin L. Sonnenburg, investigador de la Universidad de Stanford (EEUU) y coautor de un artículo sobre el enorme potencial científico de estos microorganismos, que acaba de publicar la revista 'Science Translational Medicine'.
Enfermedad de Crohn
Los microbios del tracto digestivo están vinculados con problemas como la obesidad o las enfermedades inflamatorias del intestino, incluida la enfermedad de Crohn. Aunque aún hace falta conocer mejor cómo interactúan estos microorganismos y en qué modo podría intervenirse sobre ellos con fines médicos, ya hay algunos resultados prometedores. De hecho, estudios en ratones han mostrado que los probióticos podrían ser útiles contra la enfermedad de Crohn, para la que hoy no existe un tratamiento satisfactorio.
En la actualidad, los médicos ya usan algunos compuestos probióticos, como concentrados de bacterias lácticas, para ayudar a recuperar el intestino tras haber tomado antibióticos. También se emplean prebióticos, como las inulinas, que favorecen la proliferación de flora bacteriana, pero no están enfocadas hacia un organismo concreto. En el futuro, y siempre que se conozcan mejor los mecanismos que regulan a estas comunidades, podrían crearse terapias mucho más definidas, ya sea mediante microbios obtenidos del entorno o modificados genéticamente.
El mencionado informe argumenta que el conjunto de especies que habitan nuestro organismo, denominado microbiota, merece la consideración de órgano vital, ya que no es algo accesorio al cuerpo humano. De hecho, estos microorganismos son esenciales en procesos gástricos y de asimilación de proteínas, y su alteración puede provocar enfermerdades y trastornos, del mismo modo que lo haría, por ejemplo, una mutación genética o el mal funcionamiento de un órgano.
Protección inmunológica
"Es una idea interesante y es real", señala a ELMUNDO.es el doctor Guillermo Martínez de Tejada, profesor del departamento de Microbiología de la Universidad de Navarra. "Hay vitaminas que el hombre necesita, como la K y la B12, que absorbemos gracias a unas bacterias que la producen en el intestino", explica este experto, quien recuerda que la microbiota "es también un órgano de proteción: la presencia de organismos en simbiosis nos protege de infecciones por patógenos y estimula el sistema inmunológico".
Los autores del artículo reconocen que aún queda un complicado camino por andar y no está claro cuánto se tardará en lograr terapias concretas. Sin embargo, creen que el estudio de la microbiota ya está lo bastante maduro como para ser optimistas y demandan a las autoridades que establezcan "un marco regulatorio en el que los probióticos se sometan a una serie de estándares apropiados, que puedan suponer un incentivo para la industria y los investigadores académicos".
Consideran, además, que hay médicos "comprensiblemente escépticos" hacia estas terapias, pero que podrían adoptarlas si fueran sometidos a los mecanismos de control propios de cualquier medicamento. "Así, en el futuro, los probióticos -al igual que hoy los fármacos biológicos o a base de pequeñas moléculas- podrían ser desarrollados por compañías farmacéuticas y biotecnológicas, aprobadas por la FDA (la agencia del medicamento en EEUU) y recetados por médicos", aventuran.
Fuente: EL MUNDO.es
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