Científicos del departamento siberiano de la Academia de la Ciencias de Rusia han hallado en el permafrost (supericie congelada permanente) de la República de Sajá, noreste de Siberia, una bacteria que sobrevive a una temperatura de tan solo cinco grados centígrados. Según los análisis preliminares, este extraño organismo, denominado bacteria Bacillius F, quedó “atrasado” en su desarrollo respecto de los microorganismos modernos en tres millones de años.
Los científicos suponen que estas bacterias poseen un mecanismo especial de supervivencia que les permite existir y reproducirse en la capa densa de la supercicie congelada. Tras el inesperado hallazgo los investigadores rusos decidieron probar el efecto de la nueva bacteria en roedores de laboratorio.
Según explicó la colaboradora del Instituto de la biología química y la medicina fundamental, Nadezhda Mirónova, estas bacterias destacan por la estructura de su pared celular y por ciertas proteínas que posee y que son diferentes de las bacterias modernas.
Los científicos creen que, gracias a estas peculiaridades, las bacterias, introducidas en los organismos de los ratones, podrían causar una respuesta inmunológica más fuerte o específica. Sin embargo, el resultado fue bastante sorprendente: los animales recibieron una especie de 'vacuna contra la vejez'.
Resultó que los ratones a los que inocularon la bacteria se encontraron en mucho mejor estado que aquellos que no recibieron el preparado con las bacterias enigmáticas. Más aún, los animales tratados con el organismo vivieron más que sus compañeros del grupo de control: su longevidad se prolongó de 589 días a 897 días, es decir, aumentó en una vez y media.
De esta forma, el hombre podría llegar a vivir entre 35 y 40 años más, superando con facilidad el umbral de los cien años, si se lograra crear un preparado a base de estas bacterias siberianas que generase efectos parecidos.
“Ya se ha comprobado que las inyecciones de Bacillius F influyeron positivamente en el bienestar de los animales viejos”, se indica en un comunicado de prensa emitido por los académicos. En particular, constatan que la inyección provoca el aumento en el organismo de dos sustancias, el glutamato y el taurino, que ejercen funciones de regulación inmunológica e influyen en la longevidad de las células.
Además, los roedores inyectados con el preparado de Bacillius F desarrollaron ceguera senil con mucha menos frecuencia que otros ratones. Sin embargo, las inyecciones no influyen en el desarrollo de los tumores. "[La bacteria] no es una panacea", aclaran los autores del descubrimiento. Los científicos recalcan que estos son sólo resultados preliminares, y que se requieren una comprobación exhaustiva con más experimentos.
Fuente: RT
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