El Rincón de la Ciencia, Tecnología y el Conocimiento

“Ahora para encontrar trabajo hace falta un máster. ¿Qué será lo próximo? ¿El Nobel? Entrevista al educador Ken Robinson

Publicado por El Rincón de la Ciencia, Tecnología y el Conocimiento en Jueves, 21 de julio de 2016

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FRASES DE CIENCIA

jueves, 23 de febrero de 2012

Los cuatro inventos que profetizó Turing




Padre de la inteligencia artificial y la computación moderna, el misterioso visionario británico sentó las bases de algunos de los proyectos científicos más importantes de la actualidad

ABC.ES / MADRID
turing 2
NATURE
Parte de la portada del último número de la revista Nature dedicado a Alan Turing



 Desde el día en que nació -el 23 de junio 1912 - Alan Turing parecía destinado a la soledad, la incomprensión y la persecución. Distinto a los demás, maniático, excéntrico, pero en extremo inteligente -aprendió a leer sin ayuda en tres semanas y a los 16 años ya entendía los planteamientos de Einstein-, su brillante mente fue capaz de plantear las bases de algunos de los campos científicos que hoy están de plena actualidad. Entre sus numerosos logros, este visionario británico es bien conocido por su habilidad como descifrador de códigos en tiempos de guerra y como fundador de la informática, pero también se interesó por la botánica, las redes neuronales y la física cuántica. Con motivo del año de su centenario, la revista Nature ha publicado un especial en el que se le considera, como no puede ser de otra forma, como una de las mentes más brillantes de todos los tiempos. Estas son algunos de los campos científicos en los que las ideas de Turing han supuesto un legado indispensable:

1- El reinado de los ordenadores:
En 1936, Turing publica su revolucionario estudio «Sobre los números computables», en el que sienta las bases teóricas de lo que será un ordenador, que él entiende como un cerebro electrónico capaz de ejecutar todas las operaciones matemáticas. También idea la
Máquina de Turing,
el concepto de algoritmo, base de la informática actual.

2- El desarrollo de la inteligencia artificial:
El
Test de Turing
es muy conocido y supone una parte muy importante del desarrollo de la inteligencia artificial, en el que la máquina no solo es inteligente, sino también sensible, lo más cercano posible a como lo es una persona. El test consiste en colocar a una persona y a una máquina en una habitación, mientras un juez se sitúa en otra. El juez hace una serie de preguntas y, según las respuestas que obtenga, debe decidir si está hablando con una máquina o con un ser humano. Ambos contrincantes tienen la opción de mentir. Ninguna máquina ha conseguido superarlo. Algunos investigadores de inteligencia artificial prefieren ignorar por completo esta prueba, ya que consideran que evalúa el «comportamiento humano» de una máquina, y no el «comportamiento inteligente». A fin de cuentas, Deep Blue, la supercomputadora de IBM, derrotó a Gary Kasparov al ajedrez en 1997 y no por eso se la considera inteligente.

3- El cerebro humano, simulado con un superordenador:
La creatividad de Turing fue impulsada por el sueño de revivir -posiblemente en el forma de un programa informático- el alma de Christopher Morcom, su primer amor y tal vez su único amigo de verdad, que murió repentinamente de tuberculosis bovina cuando ambos eran adolescentes. Quiero «construir un cerebro», dijo. Algo parecido, pero si este aura de romanticismo, intenta crear el electrofisiólogo
Henry Markram
. Se trata del Proyecto Cerebro Humano (HBP, por sus siglas en inglés), que pretende simular de forma realista el funcionamiento de nuestra materia gris en un supercomputador, para conocer cómo se relacionan nuestras neuronas y poder probar tratamientos contra enfermedades como el alzheimer, el parkinson, la depresión e incluso crear nuevas prótesis para personas discapacitadas. Creen que puede estar listo en 2023.

4- Patrones biológicos y piel de tigre:
Alan Turing propuso la idea de que la repetición de patrones regulares en los sistemas biológicos, como las rayas del tigre o las manchas del leopardo, son generados por un par de morfógenos que trabajan juntos como un «activador» y un «inhibidor». Investigadores del King College de Londres han proporcionado la primera evidencia experimental que confirma la teoría del gran matemático británico.


Fuente: ABC.es

TOP 6: las exploraciones científicas más ambiciosas del 2012 (FOTOS)

De lo macro a lo micro, este 2012 es uno de los años más ambiciosos en cuanto a exploración científica se refiere, sea del cosmos, de los fundamentos de la vida o de las profundidades de nuestros océanos.

Autor: pijamasurf

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Quizá el avance de la ciencia pueda ser cuestionado por muchos, pero es indudable que parte de su lógica más esencial es ir edificando desarrollos poco a poco más complejos a partir de los descubrimiento realizados en generaciones anteriores. Así, no cabe duda que los proyectos contemporáneos destacan por lo increíble de su ambición que parece lindar, como en el mito prometeico, con lo inaccesible y lo prohibido.

Este año puede ser uno memorable para la humanidad si se cristalizan algunos de los planes explotarios científicos que cercan ámbitos hasta ahora no plenamente comprendidos que, además intentan abarcar toda la realidad conocida: desde lo macro a lo micro, del vasto universo a las estructuras de la vida.

En este listado, recogido por el sitio Wired, presentamos 6 de estos proyectos que destacan tanto por lo elevado de sus metas como por la amplitud de sus horizontes.

6. La búsqueda de planetas extrasolares

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La Misión Kepler de la NASA sondea el cosmos en busca de planetas fuera de nuestro sistema solar con zonas proclives a la vida. En los últimos meses esta ha brindado resultados que alimentan las esperanzas de los astrónomos, pues se ha identificado ya por lo menos un par de planetas con condiciones sumamente similares a la Tierra y uno en especial, el Kepler-16b, que orbita una estrella binaria (un fenómeno hasta entonces desconocido).

5. La base de la vida sintética

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Crear vida es, hasta la fecha, una de las ambiciones mayores de la ciencia y, en general, una constante en casi cualquier momento de la historia de la humanidad. El célebre golem del folclor judío es una buena muestra de ello.

Desde el terreno científico, sin embargo, los esfuerzos mayúsculos encaminados a la generación de la vida corren a cargo de Craig Venter (célebre por participar en el desciframiento del genoma humano), quien al frente de su equipo ha creado la “primera bacteria sintética”.

Y se acepte o no este logro, este proyecto ayuda a comprender los orígenes de la vida en la Tierra.

4. Alvin explorará el océano de nuevo

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Ya en la década de los 60 Alvin se hizo famoso por proveer de los descubrimientos más revolucionarios en torno a la naturaleza de las profundidades océanicas: una esfera de titanio de casi 2 metros que permitió la exploración de las aguas más recónditas del planeta, dando a conocer lo mismo los restos del Titanic que las ventilas hidrotérmicas de las Galápagos.

Ahora, casi cuarenta años después, Alvin regresa totalmente remozado, con tecnología de punta instalada a lo largo de 14 meses que incluye mejores cámaras, más espacio, ventanas más amplias y una capa de titanio totalmente renovada.

3. La caja de Pandora de la Antártida

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Luego de varios años y muchísimos intentos por penetrar el corazón de la Antártida, finalmente fue posible que una expedición rusa penetrara el Lago Vostok, un baluarte hasta ahora intacto que podría arrojar luces, entre otras cosas, a los astrónomos, pues sus condiciones son parecidas a las de la luna Europa de Júpiter, extremas al grado de que se encuentran ahí formas de vida desconocidas que también podrían contribuir a explicar la evolución y la adaptación.

A la par de esta búsqueda se llevan a cabo otras dos por parte de sendos equipos británico y estadounidense, en los lagos Ellsworth y Whillans, respectivamente.

2. Un laboratorio en Marte

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Aunque por el momento las exploraciones humanas interplanetarias parecen en un impass del que no se ve cómo saldrán adelante, los envíos de robots son, por el contrario, la opción más viable para aprender de la parte del universo que nos rodea.

En este sentido, en agosto de este año se planea instalar un laboratorio de investigación científica en marte, el llamado Mars Science Laboratory: una etapa culminante de las muchas misiones de scouting realizadas en las últimas décadas, sobre todo por la NASA.

1. La distribución geopolítica de la exploración espacial

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Como decíamos en el ítem anterior, la exploración espacial ha estado monopolizada casi exclusivamente por la NASA, particularmente luego de la caída del bloque soviético.

En los últimos años, sin embargo, la hegemonía estadounidense ha decaído dando paso, al mismo tiempo, al surgimientos de nuevas potencias de la exploración espacial, siendo China el mejor ejemplo de ello.

Si esta tendencia se mantiene, 2012 puede ser un mal año para la NASA (en esta situación) y un buen año para China, que en 2020 piensa mandar astronautas humanos a la Luna.

Y este no es asunto menor, pues quizá con el tiempo se revele que la competencia nacional en la carrera espacial redunde en cierto sano equilibrio geopolítico fuera de las fronteras planetarias.


Fuente: pijamasurf

martes, 21 de febrero de 2012

El pasado era una porquería

Nunca existió una Arcadia feliz.

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No es poca la gente –incluso gente muy joven– que sustenta la idea de que existió un tiempo en el pasado donde la gente vivía felizmente, hasta libremente, en una especie de mundo bucólico y sencillo sin las preocupaciones, presiones y condicionantes del presente. Unos pocos (cada vez menos) siguen creyendo que todo tiempo pasado fue mejor, mientras otros consideran que en algún punto de nuestra historia existió una época dorada, un paraíso terrenal estropeado por nosotros mismos, por nuestra codicia, nuestra cerrazón o nuestra maldad. Algunos aprovechan para arrimar el ascua a su sardina política, tratando de asimilar ese periodo arcádico a algún momento del pasado en que sus ideas eran dominantes; la mayoría, se limitan a referirse a él como un modelo ideal hacia donde deberíamos caminar, pero no lo hacemos por ambición, ceguera y orgullo.

Disiento profundamente de todos ellos. Más allá de vanos idealismos, el pasado era un lugar donde ni tú ni yo querríamos permanecer más de una semana, en plan turista temporal, ni por asomo. Ni por broma, vamos. El pasado era un lugar horrible para vivir, un tiempo de mugre, piojos, dolor de muelas, tiranía, superstición, ignorancia, plagas, niños muertos y mamás adolescentes muertas con ellos. El pasado era una mierda.

Vidas breves.

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Hasta la llegada de la medicina moderna, la tasa de mortalidad infantil en todo el mundo oscilaba entre el 20% y el 30%, llegando al 40% en épocas de hambruna, guerra o plaga. Estas cifras se mantuvieron así hasta entrado el siglo XX en lugares de orden social tradicional donde la ciencia médica tardó en penetrar. Las causas más frecuentes eran las infecciones otorrinolaringológicas, la difteria, el sarampión, la viruela y la rubéola, con ayuda de la anemia. Me gustaría que reflexionaras un instante sobre esta cifra. Uno de cada cinco niños nacidos vivos no llegaba a la adolescencia en el mejor de los casos, y normalmente uno de cada tres. Esta es una cifra peor que la del peor infierno del Tercer Mundo presente, donde al menos llega algo de penicilina y algunas vacunas de vez en cuando.

Vamos a expresarlo gráficamente. Toma una hoja de papel y escribe en ella los nombres de diez niños que conozcas. Ahora tacha dos. O tres. O hasta cuatro, en un año malo. Ese era el riesgo de nacer hasta aproximadamente la segunda mitad del siglo XIX en el mundo más desarrollado, y mediados del XX en el resto. Un motivo central de la tendencia a tener muchos hijos presente en todas las culturas es que al menos un porcentaje de ellos sobrevivieran para mantenerte cuando fueras viejo, antes de que existieran las pensiones de la Seguridad Social.

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Si lograbas sobrevivir a estas tasas de mortalidad infantil, causadas por la poca diversidad y seguridad alimentaria, la falta de higiene y asepsia y la ausencia de antibióticos y vacunas, entonces era posible que llegaras a vivir hasta los 60 o 70 años; incluso, en algunos casos, hasta avanzada edad. Pero si eras chica, tus probabilidades de que tal cosa sucediera sufrían un nuevo hachazo: las probabilidades de morir en el parto oscilaban entre el 1% y el 40%, normalmente de hemorragia, obstrucción o fiebre puerperal, cuando no de aborto casero. Esto es, a partir de los 12 o 13 años, en cuanto llegaba la pubertad, porque eso de empezar a reproducirse con 18 o más años es otra modernez, una excepción en la historia humana que habría hecho mearse de risa a nuestros antepasados. Menudas viejas, dirían.

Hablando de chicas, el pasado fue un mal momento para nacer con una raja entre las piernas. Ya te digo yo que esas idílicas sociedades matriarcales bajo la tutela de la diosa Gaia que pretenden algunas (y algunos) jamás existieron. En las menos patriarcales y machistas de todas, a lo mejor que podías aspirar era a pudrirte a la misma velocidad que tus hermanos, pero además, pariendo hijos. Lo más normal es que fueses alguna clase de propiedad de los hombres de tu familia, en distintos grados de sumisión. No hay ningún indicio de que las amazonas fuesen mucho más que una fantasía erótica de los escritores griegos, inspirada en mujeres guerreras –de eso siempre ha habido en mayor o menor medida–, pero jamás hubo ninguna sociedad amazónica. Y la diosa esa tan enrollada, según donde te pillase, igual esperaba que le sacrificases algún hijo. O hija.

Si sobrevivías a la infancia y no te mataba la guerra o la peste o la fiebre puerperal o cualquier mal aire, es posible que vivieras un buen puñado de años. Cómo los vivirías es otra cuestión.

Piojos, malaria, tos sangrienta y dolor de muelas.

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Se oye con frecuencia que la caries es una enfermedad de la civilización, vinculada a las dietas que asumimos cuando inventamos la agricultura y nos sedentarizamos. Es cierto que la agricultura y la sedentarización, aunque dieron lugar a las civilizaciones, fueron una muy mala idea para quienes las padecieron: la esperanza de vida media de 33 años que habíamos gozado cuando éramos nómadas, en el Paleolítico Superior, colapsó a menos de 30, más bien 25 o 28 y a veces 18, como en la Edad del Bronce. Es incluso probable que las poblaciones nómadas tuvieran que ser sometidas y sedentarizadas por la fuerza, como siervos o esclavos agrícolas, a manos de los aspirantes a convertirse en reyes y emperadores. Otros creen que el proceso pudo ser más voluntario, cambiando una mayor seguridad en el suministro alimentario por un empobrecimiento se su variedad y una menor esperanza de vida. Ocurriera como ocurriese, hacinarse en esas marismas insanas que llamamos tierras fértiles empeoró la mortalidad y la calidad de vida de casi todo el mundo, hasta aproximadamente el siglo XX.

Pese a ello, la caries no es estrictamente una enfermedad de la civilización relacionada con esta menor variedad alimentaria de las comunidades sedentarizadas, como se ha dicho muchas veces. Y no lo es porque está presente en numerosos cráneos recuperados de periodos anteriores, como el Paleolítico; incluso se ha encontrado en dientes del neandertal. Sin embargo, su incidencia era mucho menor. La caries, ciertamente, se multiplicó y agravó enormemente durante el Neolítico, con la agricultura y la sedentarización.Y nadie sabía cómo combatirlas, porque para comprender la necesidad de la higiene bucal (en realidad, de cualquier clase de higiene) hay que comprender primero la teoría de los gérmenes. La única posibilidad era arrancar el diente, pero quedarse desdentado en aquellos tiempos tampoco era una idea muy buena, así que muchas veces se retrasaba hasta que dejaba de doler, conduciendo a infecciones maxilares mucho más severas. La historia de la humandidad es una historia de gente desdentada, con constantes dolores de muelas y graves abscesos faciales, a la que el aliento le olía peor que una alcantarilla. Sin analgésicos, ni antibióticos, ni nada parecido a la cirugía dental y maxilofacial contemporánea.

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Nómadas o sedentarios, los piojos vienen acompañándonos desde que surgimos, y despiojarse mutuamente ha sido una de las actividades familiares y sociales más corrientes hasta el surgimiento de los actuales tratamientos quimicos. La familia que se despioja unida permanece unida, o algo así. El caso es que hemos vivido siempre comidos por los piojos, al menos en los lugares con pelo abundante; llamamos ladillas a los que se dan en el vello púbico. Para terminar de arreglarlo, la invención de la ropa permitió la evolución y especialización de una tercera clase de estos parásitos, el piojo corporal, que se nos come de cuello a pies. A diferencia de los dos primeros, incapaces de transmitir ninguna enfermedad en particular más que las molestias cutáneas asociadas a su presencia (picor, irritación, con consecuencia de insomnio y debilidad), este último es un vector conocido del tifus, la fiebre de las trincheras y la borreliosis. Las pieles y ropas resultaron ser un gran avance para... las epidemias.

Otra consecuencia perversa de la sedentarización fue el surgimiento de la tuberculosis, en este caso gracias a un bacilo frecuente en la ganadería. Probablemente se trate de la primera enfermedad de que tuvimos consciencia como un estado específico: en Egipto ya tenían hospitales especializados en su tratamiento allá por el 1.500 a.C. Con dudoso éxito, pues parece que tanto el faraón Akenatón como su esposa Nefertiti murieron por causa de la tisis, su nombre tradicional en castellano; si unos emperadores considerados como dioses morían así, puede imaginarse lo que esperaba al pueblo llano. En la India, los brahmanes tenían prohibido casarse con ninguna mujer cuya familia tuviera un historial de tuberculosis, lo que tampoco resultaba muy eficaz. En Europa, el tratamiento más avanzado consistía en una imposición de las manos del rey, con el resultado que cabe suponer. Paracelso, en otra de sus chaladuras –el mérito de Paracelso no está en lo que creó, sino en lo que destruyó: las supercherías aún mayores de su antepasado Galeno, el de las sangrías–, opinaba que la tuberculosis se debía a algún órgano incapaz de cumplir adecuadamente sus funciones alquímicas, ni más ni menos. Durante el siglo XIX, la llamada Peste Blanca se comía a las jovencitas y no pocos jovencitos y no tan jovencitos por millones, dando lugar a uno de los temas más característicos en el Romanticismo. Tuvo que venir Robert Koch a decirnos que se trataba de un microbio, y únicamente entonces fuimos capaces de combatirla.

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La malaria es otra vieja compañera, sólo recientemente erradicada en los países desarrollados, vinculada también a las aguas estancadas y sus mosquitos, los campos de cultivo y la sedentarización. En la Roma clásica, la malaria, la tuberculosis, el tifus y la gastroenteritis se ventilaba cada año a unos 30.000 ciudadanos en los meses enfermizos de julio a octubre. Por no mencionar la tiña (foto de la derecha) u otros males comunes (e incurables) en su tiempo, incluyendo, por supuesto, las enfermedades venéreas de la Antigüedad, que ya te puedes imaginar cómo iba el tema.

Las alternativas para nuestros antepasados eran simples. O permanecer como nómadas cazadores-recolectores, atrapados en el primitivismo Paleolítico y cada vez más rechazados y expulsados por las comunidades sedentarizadas, o sumarse a la sedentarización total o parcialmente, convirtiéndose en súbditos, cuando no siervos y esclavos, de las civilizaciones agrícolas y ganaderas en ascenso.

Inseguridad alimentaria.

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Por otra parte, ni nómadas ni sedentarizados tenían garantía alguna sobre la seguridad de su comida y su agua. Las comunidades nómadas eran pequeñas y dispersas porque dependían de lo que la tierra quisiera dar, imposibilitadas para evolucionar y desarrollarse. Las comunidades sedentarias no sólo produjeron durante largo tiempo comida abundante pero poco variada y de ínfima calidad, sino que estaban sometidos a toda clase de plagas y putrefacciones. Esas estupendas mazorcas de maíz, ese trigo perfectamente seguro o esa carne con garantías veterinarias son el resultado de generación sobre generación de hibridaciones, cultivo selectivo y progresos en las ciencias agropecuarias y médicas. En el pasado tenían que apañarse con cosas más parecidas al farro, la escaña y la cebada, que son básicamente un asco como alimentos (cuando no lo que ahora llamamos mala hierba), y con carnes y pescados obtenidos y conservados de maneras realmente creativas. En la imagen puedes ver cómo era el trigo antiguo (derecha) en comparación con el moderno (centro e izquierda).

Hoy en día nos quejamos de que a la comida y al agua le echan cosas y de que es todo artificial. Lamentablemente, las alternativas son el cólera, la gastroenteritis, el carbunco (ántrax), la triquinosis, la salmonelosis, la listeriosis, el botulismo, el síndrome de Guillain-Barré, la gangrena gaseosa, la hepatitis, la diarrea mataniños y otras delicias por el estilo que en el pasado constituían una permanente ruleta rusa. Las epidemias de los cultivos y el ganado no sólo los mataban, provocando constantes hambrunas, sino que incluso cuando no los mataban podían contaminarlos de manera invisible para un mundo sin microscopios. Son especialmente curiosos los casos de ergotismo, un hongo de los cereales con efectos muy parecidos al LSD, que además pasa a los bebés mediante la leche materna.

Pasado A8La potabilidad del agua merece párrafo aparte. Antes de que aprendiéramos a separarla de las aguas fecales y echarle cloro y otros productos químicos, beber agua era tan peligroso como una caja de bombas. De hecho, la gente, si podía evitarlo, no bebía agua. Ni tampoco mucha leche, excepto la materna, pues antes de que aprendiéramos a pasteurizarla (por si no te has dado cuenta, pasteurizar viene de Luis Pasteur, el padre de la microbiología moderna) provocaba masivamente tuberculosis bovina, neuropatía inflamatoria desmielinizante, enteritis, carbunco (ántrax) y demás. Así pues, hasta los niños bebían vino, cerveza o aguardientes si podían permitírselo, que no eran mucho más seguros pero un poquito sí, por la presencia de alcohol: el alcohol es un conocido antiséptico.

Pasado A9
Por cierto. Para comer mínimamente bien había que ser rico. Pero rico, rico de narices. La comida era muy cara de producir, conservar, transportar y comercializar, y estaba sujeta a numerosos imprevistos. El precio del pan fue una cuestión de estado durante milenios, sabiendo que un aumento excesivo debido a la escasez o la especulación podía ocasionar revueltas y subversión, dado que la gente no tenía mucho más para comer. Libros revolucionarios clásicos como La Conquista del Pan del anarquista Pyotr Kropotkin, o incluso textos como el Lazarillo de Tormes, Rinconete y Cortadillo o el mismo Sancho Panza en el Quijote nos transmiten una idea de lo muy complicado que era alimentarse para la gente de a pie, y la miseria general en que vivían. Con frecuencia, una familia no podía pagarse las calorías necesarias para alimentar a todos sus miembros; hacerlo de forma saludable o al menos variada era una fantasía de aristócratas, arzobispos, reyes y papas. Estar gordo era la moda y el referente estético de belleza y éxito social, porque sólo los muy adinerados y poderosos podían permitírselo; las personas corrientes estaban flacas como espartos por simple desnutrición y exceso de trabajo físico. Estar flaco era cosa de pobres. Ahora son los pobres los que están gordos, al menos en el mundo desarrollado, debido a la mala nutrición pese al exceso de calorías; y los más acomodados pueden permitirse alimentos, cuidados y tratamientos que les permiten... estar delgados.

Mugre, ignorancia, superstición, tiranía.

Pasado A10

El pasado era un sitio sucio y maloliente, con ratas y parásitos por todas partes. Donde había alcantarillado, solía estar abierto; sólo los ricos podían pagarse termas, baños y cosas por el estilo. En la mayor parte de lugares, la higiene era un concepto desconocido e innecesario, porque no sabíamos nada de microbios.

Qué demonios. Éramos ignorantes como piedras: una turba vil y analfabeta presa de tiranos, demagogos, clérigos, santones y toda clase de supersticiones. La alfabetización era un secreto gremial de escribas, monjes y sabios; la mayor parte de la gente no sabía leer o escribir ni su propio nombre y no digamos ya cualquier rudimento de cultura general. Los niños no comenzaron a ir a la escuela sistemáticamente hasta mediados del siglo XIX. Hasta los nobles, y a veces los reyes, eran más brutos que sus caballos. El príncipe del cuento era un asno palurdo y brutal. Y el venerable sabio local, un analfabeto desdentado y maloliente, supersticioso y machista hasta el ridículo que se lo pasaba pipa cuando mandaban brujitas guapas a la hoguera. Las brujitas y en general cualquier hembra, por su parte, tenían exactamente las mismas luces que un trozo de carbón en una habitación a oscuras. En cuanto a los niños, no eran más que una boca que alimentar, una carga tratada a palos que ocupaba el último lugar de la casa, frecuentemente por debajo del ganado en el orden social. Eso de protejamos a los niños es otra modernez buenista; en el pasado, nadie habría puesto a un niño por encima de un adulto capaz de ganarse su propio pan. En cuanto a las niñas, si no te violaban de pequeña era sólo por respeto al honor de tu padre, suponiendo que tu padre fuera hombre libre y ya hubiéramos llegado a ese grado de civilización. Si naciste esclavita, o en una sociedad que no hubiera alcanzado ese punto, mejor no te lo cuento.

En un mundo así, toda clase de supercherías, miedos, religiones y tiranías calaban sin más en amplias masas sociales, desprovistas de las más tenues bases intelectuales para desafiarlos. La forma común de gobierno era garrotazo y tentetieso. No existía nada parecido a la justicia; la idea de que tuvieran que juzgarte con un juez imparcial y un abogado defensor bajo el imperio de la ley sólo se extiende al pueblo a partir de los procesos revolucionarios del siglo XVIII. La vendetta y la ordalía eran formas de justicia común, así como castigar hasta los delitos más leves con tormentos infames. Para los partidarios de volver al endurecimiento de las penas, recordaré que hubo un tiempo en que podían desmembrarte en la rueda hasta por robar gallinas, sobre todo si el dueño de la gallina pertenecía a las castas superiores, y nunca dejó de haber ladrones, violadores o asesinos. De hecho, había muchos más que ahora: la miseria, el hambre, la opresión y la incultura propulsaban constantemente a grupos de población hacia la delincuencia, desde el pequeño robo hasta el bandolerismo y la piratería. En realidad, no había justicia ninguna, en el sentido actual del término: sólo la voluntad de los poderosos.

Hay quienes, por absurda idealización, creen que estos mundos del pasado podían ser mejores que el mundo presente. No lo fueron, jamás lo fueron: para la inmensa mayoría de quienes vivieron allí, constituían un infierno sólo aceptable porque no conocían nada mejor y porque creían a machamartillo en paraísos religiosos. Pero si a cualquier padre o madre del 300.000 a.C., del 30.000 a.C., del 3.000 a.C., del 300 a.C., del 300 d.C., y hasta del 1.900 d.C., le hubiesen dicho que llegaría un tiempo en que podría llevar a su hijo enfermo a un hospital con médicos científicos, antibióticos, TACs, analgésicos, de todo, y que luego se lo podría llevar curado a casa para bañarlo con agua calentita que sale de un grifo a precio ridículo –sí, ridículo: la leña y el carbón costaban el sueldo de un mes–, meterlo en una cama sin piojos, chinches o pulgas y darle de comer toda clase de alimentos y agua que no lo pone más enfermo... si hubiera podido comprenderlo, si hubiera podido vislumbrarlo, habría pensado que éste debía ser el paraíso de los dioses benevolentes prometido en sus profecías. Y desde luego habría firmado cualquier cosa con tal de estar aquí, no allí. Aunque no podía. No sabía firmar.

Pese al fatalismo de los pesimistas, la humanidad ha demostrado constantemente su capacidad de mejorar, de evolucionar, de progresar hacia un futuro mejor. Para ello tuvimos que deshacernos de un montón de rémoras del pasado, estudiar profundamente y transformar la realidad de maneras radicales, a veces pacíficas y a veces violentas. Y tendremos que seguir haciéndolo si queremos ir aún a mejor. En todo caso, mereció la pena y sigue mereciendo la pena. Puestos a malas, yo prefiero morir con morfina en el más infame hospital de nuestro tiempo que sin morfina en cualquier palacio de aquella Arcadia infeliz. ¿Y tú?

Pasado A11


EL LIBRO DE LA PIZARRA DE YURI:

Pasado A12

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lunes, 20 de febrero de 2012

Demostrada la teoría matemática sobre la formación de las rayas del tigre


ENUNCIADA POR ALAN TURING HACE 60 AÑOS


tigre
Foto:  BJØRN CHRISTIAN TØRRISSEN/WIKIMEDIA COMMONS

MADRID, 20 Feb. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del King College de Londres han proporcionado la primera evidencia experimental que confirma la teoría de un  matemático británico sobre la formación de los patrones biológicos que dan lugar a las rayas de tigre o las manchas de leopardo.

El estudio, financiado por el Medical Research Council y que se publicará en línea en Nature Genetics, demuestra no sólo un mecanismo que es probable que sea muy relevante en el desarrollo de los vertebrados, sino que también proporciona la confianza de que los productos químicos llamados morfógenos, que controlan estos patrones, puedan ser utilizados en medicina regenerativa para diferenciar células madre en el tejido.

Los resultados proporcionan evidencias para apoyar una teoría sugerida por primera vez en la década de 1950 por el famoso descifrador de códigos y matemático Alan Turing, cuyo centenario se celebra este año. Propuso la idea de que la repetición de patrones regulares en los sistemas biológicos es generada por un par de morfógenos que trabajan juntos como "activador" y "inhibidor".

Para probar la teoría, los investigadores estudiaron el desarrollo de las crestas regularmente espaciadas que se encuentran en el techo de la boca en ratones. Realizando experimentos en embriones de ratones, el equipo identificó el par de morfógenos que trabajan juntos para influir cómo se formará cada arista. Estos químicos controlaban entre sí la producción de expresión, y la inhibición de la activación y por lo tanto el control de la generación del patrón de cresta.

Los investigadores fueron capaces de identificar los morfógenos específicos implicados en este proceso-FGF (factor de crecimiento de fibroblastos) y Shh (Sonic Hedgehog - llamada así porque moscas de la fruta de laboratorio tienen extra de cerdas en sus cuerpos). 

Demostraron que cuando la actividad de estos morfógenos aumenta o disminuye, el patrón de las crestas en la boca se ve afectado de la manera predicha por las ecuaciones de Turing. Por primera vez los morfógenos reales involucradps en este proceso han sido identificados y el equipo fueron capaces de ver con exactitud los efectos predichos hace 60 años en la teoría especulativa de Turing.

El doctor Jeremy Green, del Departamento de Desarrollo Craneofacial en el Instituto Dental del King College dijo: "las estructuras regularmente espaciadas de los folículos de las vértebras y el pelo de las rayas de un tigre o el pez cebra, son un motivo fundamental de la biología. Hay varias teorías acerca de cómo se forman los patrones de la naturaleza, pero hasta ahora sólo había evidencia circunstancial para el mecanismo de Turing. Nuestro estudio proporciona la primera identificación experimental de un sistema activador-inhibidor en la generación de rayas - en este caso, en las crestas de la boca paladar.

"Aunque es importante en la sensación y la degustación de los alimentos, las crestas de la boca no son de gran importancia médica. Sin embargo, han demostrado ser sumamente útiles aquí, en la validación de una vieja teoría del modelo activador del inhibidor tal y como la propuso por primera vez Alan Turing en los años 50.

"Esto no sólo nos muestra cómo se forman los patrones de las rayas, sino que proporciona posibilidad de que estos morfógenos (productos químicos) se puedan utilizar en el futuro en medicina para regenerar la estructura y el patrón para diferenciar células madre en otros tejidos.

"Como este año se conmemora centenario de Turing, es un merecido homenaje a este gran matemático e informático que ahora se pueda probar que su teoría estaba en lo cierto", dijo.

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